XX

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FREYA

De impulsivas miedosas, y ella.

¿Porque seguía huyéndole?

Solo era Adler.

El mismo Adler que se había convertido en su confidente.

Que soportaba todos, y cada uno de sus berrinches.

El que le consentía cada comportamiento alocado, y le daba rienda suelta a su vena caprichosa.

El mismo que sin importar nada le había aceptado con todos, y cada uno de sus defectos, defendiéndole hasta de sus hermanas sim importar el momento.

Siempre poniéndola de primero, haciéndola valer por encima hasta de su madre, cuando se suscitó ese evento que lo echó todo a perder.

Pero ella le había advertido que era mala idea, si le hubiese hecho caso no lo extrañaría de la manera que lo estaba profesando su corazón.

No estuviera ignorándola.

Mas bien se hallarían disfrutando de todo lo que tenían en común.

Descubriéndose las veces que fuesen necesarias.

Maravillándose con todas las cosas que tenía para dar.

Con los momentos que atesoraba de una manera tan posesiva que ni el oro lo cuidaría de aquella manera.

No obstante, por más de que maldecía el momento en que se distanciaron, siempre llegaba al mismo punto pese a que intentaba recuperarlo a toda costa.

Siente algo por mí, y me mata no saber corresponderle.

No debo ilusionarlo, porque hacerle daño me cortaría cualquier posibilidad de conservarlo.

Aun puedo hacer algo.

No debo arruinarlo.

...

Para ese momento daba vueltas en el salón azul.

Su refugio.

En donde pese a ser un espacio libre, todos sabían que, si se encontraba encerrada con su nana, era porque no deseaba ser molestada.

Como en esos instantes, que, al ser encontrada por Agnes, ni siquiera esta había hablado para no incordiarle.

Agradeciéndoselo en sobremanera, pues no soportaría que intentase aconsejarle cuando su mente solo gritaba una cosa.

Comprueba que no se haya ido, quizás vino a hablar contigo.

No puedes huirle cuando lo has buscado por tanto tiempo.

Su mente tenía razón, pero, lo único que quería era comprender sus pensamientos, que estaban más revueltos que sus sentimientos.

En ese momento enserio se atrevió a cavilar con detenimiento el porqué de su accionar, dándose cuenta de que ver la imagen imponente del rubio le había puesto nerviosa a tal punto de acelerar su corazón, por eso corrió con todas sus fuerzas, y agredió a Austin, aparte de que se lo merecía, claro estaba.

También admitió, que cada que lo visualizaba desde las sombras, le parecía más guapo e interesante.

Inclusive se había quedado tan embobada con su imagen y las sonrisas que les obsequiaba a otros, que muchas veces Luisa le regresaba a la tierra cuando se escapaba de inconscientemente salir a su encuentro pasándose de acosadora.

PROTEGIENDO EL CORAZÓN (LADY SINVERGÜENZA) © || Saga S.L || Amor real IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora