Capitulo 10

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Despertó de un sobresalto, se quedó pensativa en la cama mientras imágenes fugaces de su sueño aparecían. Por más que intentara olvidarlo, no podía, era un sueño que se quedó atorado en lo más profundo de su cabeza, como si le insitiera en no borrarlo de su memoria.

Se vistió lo más rápido que pudo, se colocó un sastre de color morado y dejó su cabello lacio con la partidura a la mitad; al terminar de arreglarse fue directo ao comedor dónde se encontraba don Hermes desayunando y como siempre doña Julia sirviéndole.

—Betty, que no se le olvide, hoy voy a Ecomoda —le dijo su papá antes de meterse un bocado a la boca.

—No se preocupe papá, ya está todo listo  —respondió aún con la mente ocupada en el sueño.

—Pero mire como tiene esa cara mija, se nota que usted no durmió bien anoche —le comentó don Hermes al ver el rostro cansado y distraído de su hija.— pero  lo que pasa es que la señorita llega a altas horas de la noche porque se queda trabajando —respingó su papá.

—¡Ay Hermes, no moleste más a la niña! —regañó Julia a don Hermes— ella tiene un cargo muy importante, debe cumplir sus obligaciones.

Beatriz regresó un momento a la conversación, dándose cuenta de lo que hablaban —mi mamá tiene razón, con el asunto de las franquicias y el socio inversionista; ha habido mucho trabajo en Ecomoda.

Armando Mendoza había despertado con el recuerdo del aroma de Beatriz embriagando  su memoria. Pero ello apenas había sido una pequeña probada del paraíso porque al levantarse el dolor en el cuerpo le cobró factura trayendo a su memoria la noche anterior; se metió a la ducha y no pudo evadir la constante duda de lo que pasaría entre él y Betty después del acercamiento que tuvieron, la economista había huido de Armando además notó en su expresión cómo se angustió al darse cuenta de lo que iba a pasar. Mendoza sabía a la perfección que toda esa angustia era provocada por Michell pero al menos guardaba la esperanza de que Beatriz se diera cuenta realmente de sus sentimientos.

Beatriz llegó al piso ejecutivo y se dió cuenta que Aura María aún no llegaba, le preguntó a las muchachas si sabían algo pero solo tenían respuestas negativas; no sabían nada de Aura María desde que salió con Betty.

—Oiga Betty, ¿qué pasó anoche? —preguntó Sofía

—Cuente, que ayer Aura María estaba alteradísima —agregó Bertha.

—Después les cuento muchachas, tengo trabajo pendiente y necesito ponerme a trabajar —les respondió.

Antes de contarles tenía que aclarar su mente, no podía ni siquiera mencionar que ella y don Armando se habían ido solos después de dejar a Freddy y a Aura María; conocía muy bien al cuartel por eso sabía que pronto comenzarían a cuestionarla para que hablara de lo que pasó después. Entrando a la oficina, lo primero que vió fueran las orquídeas blancas de Michell; un sabor amargo le recorrió la garganta al ver aún sobre su escritorio la carta.

No le podía estar haciendo esto a Michell, él que había sido tan especial con ella, la respetaba y la quería; mientras que Beatriz sentía como lo traicionaba hasta con el pensamiento. Se quedó sumida en los bordes de la carta, la desdobló para leer de nuevo su contenido.

"Betty, me encantaría estar allá contigo y poder darte mi apoyo en todo lo que está haciendo; pero sólo me queda mandarle mis palabras y estás flores para que recuerde que hay un francés esperándola, que no piensa dejarla sola. Yo estoy seguro que esa junta tan importante de la que me habló va a ser un éxito, usted es una mujer excepcional y aunque lo dude, es capaz de cautivar a las personas con esa personalidad tan especial que posee

Yo soy Betty, la fea: cuestión de tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora