Capitulo 18

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Ante el abrupto comentario, un bocado de comida se atoró en la garganta de Beatriz; con rápidez tomó un vaso con agua y bebió el líquido esperando estabilizarse antes de hablar

—¿De qué? —preguntó Betty aclarandose la garganta

—De sus sentimientos por él, por supuesto—respondió— después de lo que me contó y por como miraba a Cristina, yo podría suponer que se tratan de celos

—No son ese tipo de celos, lo que pasa doña Catalina; es que la lejanía de don Armando me está causando mucha confusión. Vea, el hasta hace unas semanas era cercano a mí, como un amigo, sin embargo ahora parezco casi una desconocida para él —explicó la situación, cuando en realidad parecía que trataba de convencerse que sus celos no eran creados porque aún seguía enamorada de él.

—Pero por lo que me cuenta, usted ha actuado igual como lo hace él —comentó con perspicacia, detectando de inmediato la actitud evasiva de la doctora

—Porque él ha actuado de esa manera conmigo, yo intenté tener una buena relación con él pero parece que simplemente no se puede —respondió Betty frunciendo el entrecejo, a manera de reproche

—Ay Betty, Betty —ladeó la cabeza doña Catalina mientras esbozaba una sonrisa— Entonces ninguno de los dos ha hablado de esto, por lo que imagino.

—No —respondió en voz baja, pues comenzaba a sentirse regañada

—Mire —se detuvo para captar su atención— yo le aconsejaría que hable con Armando y busquen un punto de equilibrio para su relación. Entiendo que no debe ser fácil para él verla a lado de Michell; como para usted no debe ser fácil verla a lado de una mujer. Sin embargo ambos trabajan juntos y tienen que llevarse bien.

Betty permaneció en silencio unos segundos, cuando dejó escapar un pensamiento en voz alta —no sé que tan fácil sea; cada vez que lo veo no puedo evitar imaginarme la escena del restaurante, o peor aún, de la pesadilla.

Catalina quedó confundida y se animó a preguntarle —¿De qué sueño habla?

—Otro más de mis problemas —comentó decaída— un sueño dónde veía al doctor casándose feliz con alguien más.

—¿Y usted qué cree que eso significa?

—Lo que está pasando doña Catalina; ya encontró a una mujer que lo haga feliz —respondió— y yo no puedo evitarlo, sería muy egoísta de mi parte. Don Armando es libre de hacer su vida

—¿Cómo sabe que el es feliz? ¿Porqué lo vió sonreír con alguien más? —atinó a preguntar.
Betty se limitó a asentir.

—Betty, ¿A caso usted no sonríe y la pasa bien a lado de Michell? —preguntó Catalina de forma retórica— pero si bien es cierto, que usted no es feliz con él, que no siente suficiente su relación. Entonces dígame; ¿cree qué Armando Mendoza es feliz porque sonríe con alguien más?

—Si, porque Cristina llegó en el momento indicado; cuando doña Marcela no está en su vida y yo pues —hizo una pausa para tragar saliva— comencé una relación con Michell —respondió seguido de una exhalación

—Si Betty, pero antes también hubieron otras mujeres; como Alejandra por ejemplo, y Armando le demostró que no tenía ningún interés por ella. El que Cristina haya llegado a su vida, no es el mejor ni el peor momento; pero si la oportunidad para que usted aclare su mente y decisiones con respecto a él.

Beatriz hizo una mueca como si indagara en las palabras de Catalina; las cuales por supuesto iban cargadas de una gran sabiduría —¿Y cómo se si es el mejor momento?

—Betty, entre más pronto lo haga, será más fácil para a usted seguir con su vida —comentó doña Catalina.

A las alturas de la conversación, doña Catalina veía en Betty una mujer que se había involucrado en una relación en el momento en que debía seguirse descubriendo y eso mismo le había generado las dudas que estaba viviendo. También sabía que amaba a Armando, no podía ocultar que era el amor de su vida; sin embargo, Catalina creía que Betty aún no estaba lista para volver a ser vulnerable ante él.

Yo soy Betty, la fea: cuestión de tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora