Capítulo 19

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—Hola Armando, ¿será que tienes tiempo para hablar conmigo? —preguntó Catalina con la mano sobre la manija y solo la parte de arriba de su cuerpo dentro de la oficina.

Armando no se esperaba para nada la visita de Catalina a su oficina, ni tenía idea de lo que ella quería hablar con él —claro Cata, pasa y siéntate —aceptó de buena gana, conservando la curiosidad de lo que tenía ella para decirle.

—Gracias —contestó tomando lugar en la silla frente al escritorio

—Dime, ¿de qué quieres hablar? —preguntó acomodándose en la silla.

—Bueno, hace rato me encontré con una vieja compañera de trabajo en el pasillo —dijo Catalina llevándose el dedo índice a los labios— su nombre es Cristina, y creo que tú la conoces —añadió

—Si, claro que la conozco; es mi vecina, además nos hemos hecho muy buenos amigos —comentó él, un poco sacado de sí por el comentario de Catalina.

—¿Así que son amigos? ¡Qué maravilla! —dijo Catalina como si desconociera aquel detalle— ¿sólo eso, o hay una atracción de por medio?

—¿A qué debo tu pregunta Catalina? —preguntó con extrañeza por la manera en que ella planteó la pregunta.

—Bueno, porque lo último que supe de ella es que estaba en una relación. Solo eso —respondió ella restándole importancia a su comentario.

—Eso lo sé, ella misma me dijo que esa relación se terminó. Pero Cata, entre ella y yo no existe nada más que una relación de amistad —contestó Armando mientras comenzaba a comprender el rumbo que tomaba la conversación.

—Es que de pronto pensé en que ella es muy bonita y agradable, y tal vez a ti no te sea tan indiferente —comentó en un tono sugerente.

Armando la miró con una sonrisa amplia en el rostro, la cual contenía la risa que le provocaba el comentario de Catalina Ángel —¡Por favor Catalina, si yo me desvivo por Beatriz desde hace mucho tiempo! —soltó en una risa juguetona— ¿a caso ella no te ha hablado de ello?

—Me ha contado cosas —mencionó rememorando viejas platicas— pero no sé realmente cuáles son tus sentimientos hacía ella

—Todos Catalina —respondió sin pensarlo— por Beatriz yo siento amor, pero también celos y tristeza, siento ternura como una gran admiración, aunque últimamente me produce enfados por lo testaruda y necia que puede ser —dijo esto último soltando una risa— aún así, amo todas las facetas de Betty; sin embargo es un sentimiento no correspondido

—¿Seguro? —inquirió con el mismo ánimo sugerente

—¿Por qué lo preguntas, acaso ella te ha dicho algo diferente? —respondió Armando al cuestionamiento de la relacionista pública

Catalina pudo describir el comportamiento de Armando como el de alguien enamorado; por la forma en la que hablaba de Betty podía entender como esos sentimientos que pregonaba Armando, llevaban mucho tiempo rondando su corazón. Sin embargo por las expresiones de su rostro y las palabras que decía,  notó la resignación con la que se refería a una posibilidad con Betty y de pronto Catalina se sintió un poco culpable de ello; la relacionista pública quién había estado dando pequeños empujoncitos para que Betty se acercara a Michell, se estaba dando cuenta que talvez estaba eligiendo el camino incorrecto.

En un principio, cuando Betty le contó a doña Catalina acerca del primer beso con Michell, creyó que comenzaría a tener sentimientos de amor por el francés; en cambio el beso le trajo confusión pues mientras Beatriz intentaba seguir con su vida, empezaba a darse cuenta de lo que realmente sentía.

Yo soy Betty, la fea: cuestión de tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora