E x t r a 9

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Inosuke abrió los ojos con asombro, su ruborizó intensamente. Dolía decirlo, nunca besó a nadie. Ni interés tenía en hacerlo. ¡Esto era algo tan ajeno a él! Mordió fuertemente el labio de su profesor, apartándolo de él.

— ¡¿NO ERA LO QUE QUERÍAS?! — exclamó Sanemi molesto, cubriéndose los labios. Se lo relamió y sintió el sabor metálico de la sangre. — ¡Eres un salvaje! ¡Demonios! — añadió frunciendo el ceño.

Inosuke chasqueó la lengua y apretó los dientes, hizo una rabieta y extendió sus manos para tapar el rostro de su profesor y de ese modo apartarlo más, pegándolo a la ventana. — ¡ERES TÚ EL SALVAJE! ¡¿Cómo que lo que quería, idiota?! ¡¿Qué te piensas que soy?! — respondió igual de molesto, elevando la voz. Empezó a forcejear con el albino, quien apartó la mano de su alumno del rostro para agarrarlo fuertemente de las muñecas.

Los dos estaban llamando la atención, lo peor de todo fue cuando Sanemi vio las luces rojas y azules de una patrullera pasando cerca de ellos. Inosuke no tenía intenciones de ceder, soltó su muñeca para colocar su mano sobre la mejilla de el de hebras azuladas y de esa forma apartarlo hasta pegarlo a la ventana. Miró abatido cómo aquel vehículo se estacionaba en la calle frente a ellos e ignoró los intentos de defensa por parte del chico.

— ¡SHH! ¡¿Puedes calmarte, maldita sea?! ¡¿Acaso quieres pasar la noche en la comisaría o qué?! —exclamó tratando de frenar a su estudiante. Fue una mala idea hacer lo hizo, pero se esperaba ese tipo de reacciones. Hashibira era demasiado intenso. Inosuke hizo una rabieta y lo soltó, se cruzó de brazos y miró al frente aún con las mejillas algo ruborizadas.

No podía creerlo, no se lo esperaba. ¿Estaba eso planeado? Rechinó los dientes, no sabía qué tipo de emociones estaba sintiendo. Entre una mezcla de rabia y vergüenza, su estómago estaba revuelto. Sentía arcadas y confusión. Había roto la comisura del labio de su profesor, pero él solo había buscado. Además, no estaba preparado. Miró por la ventana, aquella patrulla parecía estar vigilándolos.

Sanemi resopló y entrecerró los ojos cuando vio a un oficial acercándose a ellos. Estaba a punto de acelerar, pero no podía escapar de tal modo de la autoridad, obviamente pensarían mal y lo que menos quería ahora era una persecución a nivel país.

Bajó la ventanilla del auto y volteó a ver a aquel hombre de traje azulado. — Buenas noches, ¿a dónde van? Tengo quejas de algunas personas sobre su auto y su manera de conducir — habló el señor algo robusto y de tez blanca. El albino se masajeó la frente.

—Oficial — saludó. — Recién llegué aquí, si usted pregunta por la zona a alguna persona que estuvo atenta a este vehículo, lo podrá confirmar. El caso es que un amigo tuvo problemas con el freno, por eso lo estacionó aquí, como necesitaba ir a un lugar con urgencia, pidió un taxi y me llamó para ayudarlo. Revisé el auto y solucioné el problema, ahora pienso retomar el camino para volver a llevarlo a su casa — explicó intentando no perder la paciencia, tenía la rabia contenida, pero no quería agravar la situación. Inosuke se sorprendió por tal mentira.

— Ya veo..., ¿me podría dar los documentos de su auto, por favor? —pidió, analizando en el interior del vehículo. El albino se giró para ver a su alumno, esperando su ayuda. El de hebras azuladas rodó los ojos y le indicó con la cabeza dónde los encontraría.

— ¿Elsa... Pito? —preguntó el oficial una vez que tuvo los documentos en mano. El albino selló sus labios con una sonrisa y contuvo sus ganas de matar a su alumno. — ¿Es extranjera? En un momento me dijiste que tu amigo era hombre, ¿no? —tanteó, sin apartar la vista de aquel documento con la foto de una señora que parecía tener más de setenta.

Profesor [[ e x t r a s ]]Where stories live. Discover now