9. ˹Yesterday once more˼ (1)

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El sonido del timbre que rebotaba inclemente por las paredes del departamento una y otra vez comenzó a hacer eco en su cabeza con cada repetición que oía. Gruñó en voz baja, levantándose con cierto enojo brotando desde el rincón más profundo de su estómago, combinándose sistemáticamente con su resaca, generando un efecto potenciado de ambas molestias.

Miró a Jotaro, acariciando su pálida mejilla antes de intentar calzarse sus pantalones con torpeza. Pensó en despertarlo por un instante, no obstante pronto notó que lo mejor era dejarlo dormir todo lo que deseara. Ambos habían bebido demasiado y él en especial había mostrado esa latente debilidad que nadie deseaba mostrar normalmente.

El recuerdo de Kakyoin seguía pesándole, y no solo eso, también estaban todas las decisiones que había tomado con el propósito de olvidarlo, estas, ya fueran buenas o malas, no hacían más que recordarle su ausencia. No iba a reclamarle por el beso, prefería pensar en ello como un accidente que no volvería a repetirse y que había nacido producto de un dolor que entendía muy bien.

Debía ayudarlo, pero no estaba seguro de qué hacer...

Salió de la habitación, sosteniéndose de las paredes para así no ceder a sus mareos, a la vez tomaba grandes bocanadas de aire con cada movimiento brusco que daba, esforzándose por contener sus deseos de vomitar lo poco y nada que quedaba de la noche en su estómago. No estaba seguro de quién de los dos estaba peor esa mañana, por un lado, Jotaro había bebido hasta desmayarse y como buen amigo que era, se había quedado acompañándolo para evitar así algún accidente.

El timbre sonó una vez más, preguntándose cuántas veces lo había escuchado y cuánto tiempo llevaba la persona esperando que abriera la puerta. Estaba casi seguro de que habían pasado más de diez minutos desde que anunciaron su llegada por primera vez, sorprendiéndose por lo insistente que eran y además por la increíble paciencia de esperar todo ese tiempo sin comenzar a dar patadas o golpear para llamar la atención de los residentes.

A lo mejor era el administrador del edificio, después de todo ya llevaba varios meses sin pagar la renta y contaba con dos notificaciones de desalojo como prueba. Si se trababa de él estaba en problemas, no solo por la deuda, sino también porque no estaba en condiciones de negociar con alguien debido a la resaca.

Se detuvo a mitad del pasillo, planteándose a sí mismo la idea de esperar todo el tiempo que fuera necesario para que quién fuera que estaba esperando a que le abrieran la puerta se aburriera y se marchara. Ciertamente no era una mala opción, pues no estaba de humor para hablar con alguien, mucho menos si no confiaba en dicha persona.

Aunque, por otro lado, su dolor de cabeza parecía pedirle a gritos que abriera de una vez y se enfrentara al desconocido solo para poder callar el infernal y repetitivo ding dong que provenía del timbre. Además, los vecinos podrían molestarse si insistía en fingir que no estaba y Jotaro podría despertarse y comenzar una pelea producto del ruido.

—Ya voy...

Dijo de mala gana. Esforzándose por esquivar las latas de cerveza y botellas de vino vacías repartidas tanto por el pasillo como por la sala. Eso hizo que el timbre cesara, dándole cierta tranquilidad a su migraña, esperando que esta decayera lo más rápido posible para poder continuar con la cacería que había quedado pendiente el día anterior.

Suspiró, mirando por la mirilla de la puerta. No era como si sirviera de mucho saber quién era pero por lo menos eso podría darle una idea respecto a qué dirección debía comenzar a direccionar sus pensamientos y así buscar una excusa para salirse con la suya.

No tenía grandes esperanzas de lograrlo, sin embargo tampoco perdía mucho intentándolo. Su departamento estaba destinado a ser embargado de tratarse del administrador, si era un vecino simplemente daría una mala impresión de su persona, cosa que no le preocupaba; y si era alguien más, pues ahí vería.

Here, looking at you -AvPol-Where stories live. Discover now