CAPÍTULO 17

1.4K 183 27
                                    

Blair Beckham

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Blair Beckham


—A veces lastimamos a los que amamos, pero eso no significa que no los queremos. —aconsejó Sky tratando de darme ánimos después de que le conté lo que pasó la vez que regresé llorando del cementerio.

Ha pasado una semana después de eso y lo sigo recordando como si hubiera sido ayer.

— ¿Por qué pienso que puedo contarte todo? —dije sinceramente.

Realmente siento una confianza tremenda.

—A todos les pasa —note algo de  arrogancia—. Las personas siempre piensan que pueden contarme todo lo que les pasa y por eso tengo bastantes consejos.

— ¿Te molesta?

—No, pero a veces cansa —me miró rápidamente—. No quise decir que me cansa escucharte, puedes contármelo todo, estoy a tu disposición. —sonreí.

—Muy bien —reí—. Oye... —hice una pausa.

—Dime. —mi lado curioso saldrá a flote y quiero detenerme, pero ya es muy tarde. Si desvío el tema lo notará y me preguntará más.

—Emmm... —titubeé—. Un día me asomé por la ventana y como tú habitación queda frente a la mía, es inevitable no observar, no digo que te esté espiando ni nada de eso —me defendí y el río—. Esa vez ya era bastante tarde y fui hacia mi venta para cerrarla, vi...vi que tú ventana también estaba abierta, también vi dos siluetas masculinas. ¿Era Arlie? —estoy muy segura de que no era Arlie, por eso le pregunté.

Carraspeó y sus mejillas comenzaron a tornarse de rojo. Rascó su nuca y pude sentir su incomodidad. Ahora maldigo el momento en el que pregunté eso.

— ¿Solo viste eso? ¿No escuchaste nada?

—No, tranquilo. Tenía bastante sueño y no escuché nada —hice una pausa—. ¿Entonces no era Arlie? —me abofeteé internamente al darme cuenta de que no lo pensé, lo dije.

—No.

¿Será prudente seguir preguntando?

—Siento mucho si te incomodé, no era mi intención.

—No te preocupes, yo también siento que puedo contarte todo. —sonrió y me alegre.

Después de unos minutos volvió a hablar: — ¿Donde compras tus gorros?

—Oh, en una plaza en el centro que queda como a una hora de aquí.

— ¿Cuándo irás de nuevo?

—Por ahora no, y no creo que vaya en un buen tiempo porque ya comenzarán las clases.

—Dos semanas.

— ¿Estás nervioso? Nueva escuela, nuevos profesores, nuevos compañeros.

—Sí, un poco —puso su mano en mi rodilla—. Pero te tengo a ti, ¿verdad?

A las estrellas | Sin corregirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora