|Prohibido| Tony Stark / Iron Man y tú

127. |La llegada|

Los campos verdes que rodeaban el palacio en los que me divertí alguna vez parecían en esta ocasión ser demasiado grandes mientras los atravesábamos para llegar a donde estaba Visión. Habíamos llegado rápidamente gracias a Strange que nos acompañaba, el tiempo estaba en nuestra contra y ojalá el tiempo hubiera sido lo único que nos amenazaba en ese momento y no hubiéramos tenido que cargar con la insistente expectativa de que el cielo iba a abrirse en cualquier momento para dar paso a lo peor.

El palacio estaba rodeado por guardias reales, esperando cualquier amenaza, al igual que nosotros, en la entrada el Rey llevaba su traje puesto, tan elegante como siempre aunque la preocupación se notaba en su rostro.

-¿Cómo van? Ya casi no tenemos tiempo-. Le advirtió Strange a T'Challa apenas nos acercamos, Steve y Peter dispuestos a atacar en cualquier momento, Banner iba adelante de camino al laboratorio donde sabía que tenían a Visión, intenté seguirle el paso para ver en qué condiciones estaba pero alguien me tomó del brazo antes de que pudiera hacerlo, era Tony.

-¿Qué pasa?-. Le pregunté ante su expresión que a decir verdad me dió algo de miedo.

-Ven... solo un segundo-. Dijo apartándome un poco del grupo hacia un pasillo a la derecha, que estaba completamente vacío -No quería que llegara el momento de tener que darte esto pero...-. Comenzó a decir alargando los segundos mientras sacaba algo, eran un par de brazaletes metálicos, con intrincados diseños y mis colores favoritos en ellos, el de la derecha tenía una combinación con el arma que me había dado Loki alguna vez para canalizar mis poderes -Los hice para tí, mantuve esto para que pudiera usar las habilidades que tienes con... con un poco de las mías-. Agregó Stark colocándome los brazaletes en las manos, al estar en contacto con mi piel se transformaron en una extensión que cubría todo mi antebrazo hasta mis manos en las que dejaban mis dedos libres. Eran unos guantes largos que no cubrían los dedos, de la más alta tecnología. Yo miré a Tony sin saber qué decir o en qué momento había hecho esto -Esperaba tener un traje completo en algún momento para casos de emergencia pero esto tendrá que servir por ahora, funcionan con energía de mi traje, podrás disparar a lo que... lo que sea que venga-. Anunció al final con aire lúgubre en el tono de voz, dejándose sentir por primera vez realmente preocupado.

-Tony... gracias-. Dije casi sin aliento abrazándolo fuertemente y fue en ese momento entre sus brazos cuando sentí el verdadero peso de lo que estaba por venir. Mi cerebro había estado funcionando casi en automático desde lo de mi padre y por primera vez estaba pensando en todo lo que había que terminar de hacer, en las pequeñas que eran las posibilidades de siquiera lograrlo o la amenaza de que alguno de nosotros no saliera con vida. Las lágrimas comenzaron a caer por mis ojos sin parar por más que intentara detenerlas y al notar que estaba llorando, Tony me abrazó con más fuerza.

-Todo va a estar bien ¿si?... lo prometo-. Me dijo intentando calmarme mientras secaba las lágrimas de mi rostro con sus dedos -Voy a cuidarte, en unas semanas estaremos en una linda boda sin siquiera pensar en todo esto-. Aseguró tomando mi mano entre las suyas para señalar el anillo.

-Promete que estarás bien-. Le dije mirándolo a los ojos café como aquella primera vez que lo había visto, ahora en cambio conociendo al increíble hombre que se hallaba detrás de ellos.

-¿De qué hablas? soy Iron Man... he pasado peores-. Aseguró, aunque sabía perfectamente que no, no había pasado nada peor que esto -Pero quiero que me prometas algo tu también ___________... si las cosas se ponen demasiado feas, quiero que salgas de ahí, de donde sea que estemos, sin importar que tengas que dejarme-. Advirtió volviendo a la seriedad del momento, asustándome un poco.

-Yo no voy a dejarte-. Le dije enseguida y él tomó mi rostro entre sus manos.

-_____________ necesito que estés bien, necesito que estés fuera de peligro, si te pierdo yo...-. No pudo terminar de hablar por el quebranto en su voz y las lágrimas que comenzaban a llenar sus ojos.