No puedo explicar el odio que siento por él en este momento, es un maldito egoísta hijo de puta, ha estado vivo todo este tiempo y le importó una mierda lo que nosotras estábamos sufriendo, le importó poco su hija, prefirió desaparecer y hacerse pasar por un maldito muerto en lugar de estar con ella, conmigo.
Años sufriendo una maldita agonía, un maldito dolor ardiente, asfixiante como el humo, un hijo de puta dolor en vano. Le importó nada el dolor que iba a causarme, se marchó, me dejo sola, me dejó rota, y sí creyéndolo muerto lo odié por eso, ahora lo odiaba aún más, lo odiaba más porqué rompió su promesa, porqué pudiendo, no regreso.
Pero ¿Como era posible? ¡Yo lo ví! Yo ví sus heridas de bala en un cuerpo cubierto de brasas.
Y Hansel, ese maldito hijo de puta sabía todo y no dijo nada, se quedó callado viendo como cada día mi corazón se desvanecía un poco más, es un traidor, pero aún así no podía culparlo del todo, pues Damián siempre sería su hermano y él siempre le guardaría lealtad. Por un momento llegué a creer que lo que me dijo en esa habitación era real, que en serio iba a matarme, pero el maldito sólo estaba jugando conmigo.
Era muy tarde, ya la noche había caído y aún no me negaba a entrar a esa maldita casa, seguía sentada en la misma posición frente a la piscina desde que salí de allí. Mía había venido, estaba muy contenta, toda ella era felicidad, había encontrado a su papá, no paró de decirme eso por mucho rato. Por un lado su felicidad me aliviaba el alma rota y herida, pero cuando pensaba que sí no nos hubiese abandonando ella hubiese sido así de feliz toda su vida, el odio volvía a mí.
¡Bastardo! ¡Mal nacido! ¡Te odio! ¡Te odio!
Escondo mi cara entre mis manos con frustración, no puedo entenderlo, no puedo. ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué nunca me dijo que estaba bien? ¿Por qué se desligó de nosostras? ¿Por qué me hizo sufrir de esta manera? ¿Que ocurre con él? ¿Por qué sigue haciéndome daño?
Quiero golpearlo, quiero asesinarlo, insultarlo hasta quedarme si voz, quiero decirle que justo ahora lo odio tanto como lo amé, que es un enfermo, un maldito loco de mierda que no piensa en nadie más que en sí mismo. Que nos hizo pasar por un dolor enorme, que me hizo añicos el alma y ahora viene, después de cuatro malditos años con su encantadora sonrisa a decirme que está aquí, que sí no pienso abrazarlo.
¡Hijo de puta! ¡¿Dónde estuviste tú cuando yo necesité tus putos brazos?! ¿Dónde estuviste cuando sólo quería verte, olerte y saberte vivo? ¡¿Dónde maldita sea?!
Quiero que sufra, que sufra lo mismo que él me hizo sufrir, quiero verlo llorar lágrimas de sangre, quiero dañarlo ¡Maldita sea, que quiero hacerlo! ¡Necesito hacerlo! Debe pagar, quiero verlo arrastrarse ante mí, lo odio como nunca, mucho más que cuando recién lo conocí.
¿Por qué me hizo estó?
Yo lo amaba, yo moría por él y me ha jugado sucio, ha sido mi peor enemigo.
—Vamos, Ámbar— su voz suena a mis espaldas, suave cautelosa, sabe que no quiero ni siquiera oírlo desde que le dije que quería que de verdad estuviera muerto. Y sí, lo prefiero muerto, creyendo que no estuvo con nosotras porqué no se lo permitieron, porqué lo mataron, lo prefería muerto en lugar de sentir el sentimiento de abandono y decepción que me quema el pecho justo ahora.— Está muy tarde y no has comido, también debes dormir.
No digo nada. No hablo. No giro a mirarlo. Levanto mi cara de mis manos y fijo la vista en el agua quieta de la piscina, ya no estoy llorando, dejé de hacerlo cuando Mía vino por segunda vez a decirme que acababa de ver la Cenicienta con su padre, que habían jugado con los juguetes en la habitación que su papá había dicho que era para ella, que había comido un millón de golosinas, y otras miles de cosas que ya no recuerdo.
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Mil pedazos.
RandomPromesas sin cumplir. Un profundo vacío. Un amor obligado a terminar. Lágrimas de dolor. Una hija por quién seguir. Y el alma en mil pedazos. Eso fué lo qué Damián dejó a Ámbar en el momento exacto en que su corazón dejó de latir. Él llegó a ella pa...