Abril, 08.
El celular suena a un lado de la cama y poco a poco va espantando mi sueño. Me muevo e intento ignorar el puto teléfono que Hansel me trajo ayer en la noche cuando vino a disculparse, una maldición y un empujón fué lo que recibió de mi parte.
Son unos imbéciles, ambos, creen que pueden jugár con los sentimientos y mentes de las personas cuanto tiempo les dé la gana y luego venir a disculparse como sí no hubieran hecho más que una simple broma infantil.
¡Que se vayan con sus malditas disculpas y cinismo a la mismísima mierda!
—¡Ahgs!— suelto un pequeño grito que ahogo con la almohada trás el incesante tono de mi celular.
Sin abrir los ojos tanteo la cama y cuando encuentro el maldito aparato ruidoso y vibrante, descuelgo la llamada y llevo el teléfono a mi oreja.
—¿Umh?— es lo que digo sin ni siquiera separar los labios.
Del otro lado se escuchan autos, ruidos y gritos de personas apresuradas.
—Hey,— Es Tristán.— estoy yendo a la empresa, te espero abajo.
—Aja— murmuro en respuesta, aún adormilada.
—Podemos ir por los niños y luego a comer— su voz sigue sonando y en respuesta vuelvo a balbucear.— He comprado las sillas para auto— ríe haciendo referencia al día que tuve que asegurar a los niños con los cinturones para adultos.—No quiero estar peleado contigo, hermosa.— dice en un tono más bajo.— arreglemos las cosas.— propone y murmuro una afirmativa.— Ya estoy aquí, ven.
Es entonces cuando caigo en cuenta, me levanto hasta quedar sentada y con los ojos bien abiertos sostengo el teléfono en mi oreja, abro la boca para decir algo pero mi mente ha quedado en blanco. ¡Es lunes! ¡Es lunes y yo tenía que ir a una reunión importante en la empresa! ¡Mía debía ir al colegio! ¡Tenía que tener listos los informes y documentos que en los que estaba trabajando el fin de semana!
¡Maldición!
Despego el teléfono de mi oreja y miro la hora, mis ojos se abren más al ver que son las diez y media de la mañana ¡Carajo! Hace años no dormía hasta está hora, he perdido toda la maldita mañana, la empresa ha de estar hecha un caos.
—Hey— su voz suave y gentil vuelve a llamar mi atención— ¿Sigues ocupada? Sí quieres puedo esperarte aquí, y sí te falta mucho puedo subir...
—Ah...— interrumpo saliendo de la cama.—Tris, yo...— entro al baño y me quito el pantys. Ayer cuando vine aquí me duché, una empleada había traído un pijama para mí, pero estaba tan cansada que después de ponerme el pantys me acosté en la cama y así me quede dormida.— yo no puedo.
—¿No puedes?— ríe nervioso, creyendo quizás que no quiero arreglar las cosas con él— Ám, lo siento ¿Si? Estaba...
—No, Tris, no es por eso.—interrumpo de inmediato y me detengo antes de entrar a la ducha.— Es que no estoy en la empresa— susurro y suelto aire.— Ah... Yo... Bueno— ¿Que carajos le digo?— Claro— digo cuando la idea pasa por mi cabeza— Se me pasó decirte que me iría con Carmen, es que una amiga de ella ha enfermado y Carmen quería que vinieramos con ella. No estamos en la ciudad.
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Mil pedazos.
RandomPromesas sin cumplir. Un profundo vacío. Un amor obligado a terminar. Lágrimas de dolor. Una hija por quién seguir. Y el alma en mil pedazos. Eso fué lo qué Damián dejó a Ámbar en el momento exacto en que su corazón dejó de latir. Él llegó a ella pa...