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25.01.20. Me.

El piso se bautizaba con un licor desapacible color vino

que derramaba mi llameante y exiguo cuerpo detrás del telón,
donde mis entrañas clamaban a gritos a la noche brumosa
siquiera un poco de clemencia.

O lo que perduraba de él,
una ración de carne putrefacta
dejándose quebrantar
por una ilusión que jamás se vió.

No ante los ojos mortales.
Y eso me carcome en vida.

Sólo quedaba fijar mis ojos
a las vagas agujas del reloj
tan sosiegas que arrebata mi paciencia.

Anhelando la llegada
de ese augurio coche fúnebre al vacío,
emancipándome de esta agonía nocturna
a la que me indujo la vida misma.

Mientras emborrachaba mi propia alma
con las lágrimas que nunca tuvieron oportunidad de brotar,
regando la flora que ya marchitó
en la penumbra de mi luctuoso espíritu funesto.

Líricos de un adolescente deprimidoWhere stories live. Discover now