Capítulo 13

1M 85.5K 382K
                                    




13 - LA GRAN HUÍDA


(Wait for you - Tom Walker)



Tardé unos segundos en abrir los ojos. Estaba tan cómoda que prefería seguir durmiendo aunque ya me hubiera despertado. Suspiré felizmente y me aferré mejor a lo que fuera que hubiera en mi cama. Era cómodo.

Espera.

Eso no era mi cama.

Abrí los ojos, confusa, y más confusa me quedé cuando me encontré a Aiden durmiendo tranquilamente con brazo a mi alrededor.

Es decir... él había cumplido con su parte; estaba durmiendo boca arriba, tocándome solo con un brazo. Era yo la que... ejem... había sobrepasado los límites.

Básicamente, mientras dormía, me había tirado sobre él y estaba abrazada con una pierna a su cintura, tenía la cabeza en el hueco de su cuello y un brazo estirado por encima de su pecho torpemente.

Amaneceres gloriosos: parte uno.

Estuve a punto de reírme por la perspectiva del pobre Aiden siendo torturado por mi presencia en plena noche, pero decidí que lo mejor era separarse poco a poco para que él jamás se diera cuenta de que habíamos dormido así.

Me ahorraría muchas bromas burlonas, sí.

Pero, claro, la suerte no estaba de mi parte. Casi nunca lo estaba.

No había conseguido moverme un centímetro cuando la puerta se abrió de golpe y... horror.

Claire, su madre.

—Aiden —canturreó, entrando con una sonrisa—, oye, ¿qué quieres para desayunar? Tu padre quería hacer...

Su tono de voz fue apagándose a medida que se dio cuenta de lo que pasaba delante de ella y vi que se quedaba callada, abriendo mucho los ojos.

Yo, por mi parte, sentí que mi cuerpo entero se volvía del color de mi pelo.

Aiden se despertó en ese momento por el ruido y se pasó la mano libre por la cara, dormilado.

—Uf... ¿qué hora es?

—Hora de despertarse —le dije bruscamente, apartándome.

Aiden se descubrió los ojos, confuso, y vi que esbozaba una pequeña sonrisita malvada para decirme algo, pero se le borró de golpe en cuanto vio que su madre seguía ahí plantada con los ojos muy abiertos.

—¡Mamá! —protestó, frunciendo el ceño.

—¿Eh? —ella por fin pareció reaccionar, dando un respingo—. ¡Ohhhh! Um... eh... yo... no sabía... ejem... ¡mejor vuelvo en otro momento!

Se apresuró a salir de la habitación, todavía más roja que yo, y en cuanto cerró la puerta yo me pasé las manos por la cara.

—Menudos buenos días —murmuró Aiden, poniéndose de pie y estirándose perezosamente.

—¿Cómo demonios puedes estar tan tranquilo? ¡Tu madre acaba de pillarnos durmiendo juntos!

—No te preocupes, Amara, creo que mi madre tiene bastante asumido que alguna vez he tenido sexo en esta cama.

—¡Pero nosotros no lo hemos hecho!

—Sí, lo sé. Una lástima, pero sobreviviremos. En fin, ¿vamos a desayunar?

¿A desayunar? Yo no podría mirar a su madre a la cara sin ponerme roja otra vez. ¿Cómo podía seguir tan tranquilo? ¿Es que no tenía sangre en la venas? ¿Tenía agua fría?

Tardes de otoñoWhere stories live. Discover now