Capítulo 14

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14 - UNA NOCHE MEMORABLE


(Open - Rhye)


Durante unos instantes, simplemente miré a Aiden como si él fuera a decirme que era una broma. Pero por su cara de temor —probablemente a mi reacción— enseguida supe que no, que esa era la realidad.

Zaida me había robado todas mis cosas.

Aparté la mirada a cualquier otro sitio que no fuera él, con los oídos zumbándome, y empecé a asustarme por el ataque inminente que sabía que me estaba viniendo... aunque no venía. Quizá era por la pastilla que al final sí me había tomado. No lo sé. Pero me sentía como si estuviera a mitad de camino entre un ataque y la calma. Era algo muy extraño.

—Vamos a solucionar esto —me dijo Aiden de repente con toda la seguridad que me faltaba a mí—. No te preocupes, no va a irse con todas tus cosas como si nada. Vamos a encontrarla y te lo va a devolver todo, Amara, yo...

—Mierda —reaccioné de repente, llevándome las manos a la cara—. Mierda, tengo que volver a casa. Maldita sea, Zaida.

Pasé por el lado de Aiden y recogí la bolsa de viaje que había traído para esos días, llenándola torpemente a toda la velocidad que podía. Aiden se quedó detrás de mí, observándome.

—¿Cómo piensas irte? —me preguntó, frunciendo el ceño.

—En taxi.

—No, yo voy contigo.

—No, tú te quedas con tu familia. Tienes que cenar con ellos.

—He estado más de veinte años con mi familia en Navidad, creo que si este año los ignoro podrán superarlo, la verdad. Tienen dos hijos más con los que entretenerse.

Suspiré. No estaba de humor para discutir nada y, sinceramente, dudaba mucho que él fuera a cambiar de opinión. Además, la idea de no estar sola y tener a Aiden conmigo me animaba muchísimo más de lo que debería.

—Está bien —murmuré.

—Voy a por mi maleta y a llamar a un taxi, nos vemos fuera en cinco minutos.

Vi por el rabillo del ojo que volvía a salir por la ventana y yo seguí llenando la bolsa de viaje, como ausente. Una parte de mí deseaba estar ya en casa solo por la pequeña esperanza de que fuera una broma de mal gusto y mis cosas estuvieran ahí. La otra quería quedarse y fingir que no había pasado nada.

Me di cuenta de que debería haber pensado una excusa cuando bajé las escaleras y me encontré a Grace y a papá mirándome con la sorpresa en los ojos al ver la maleta en mi mano.

—¿Qué...? —empezó papá, confuso.

—Tengo que irme —sinceramente, no quería decirles la verdad, seguro que papá me convencería de irme a vivir con él otra vez porque el mundo no era de fiar—. Yo... es una larga historia. Han tenido una urgencia en mi trabajo y necesitan una sustitución urgente.

—¿En Navidad? —Grace puso una mueca.

—Por eso es urgente —les dediqué la sonrisa más forzada de mi vida—. Os llamaré cuando llegue a casa.

—Pero... ¿te vas sola? ¿Quieres que te acompañemos o...?

—Me voy con Aiden —obvié la mala cara que puso mi padre—. Os llamaré más tarde, ¿vale? El taxi me espera.

Tardes de otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora