Capítulo 16

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16 - LA GUERRA DE LA DUCHA


(Blinding lights - The Weeknd)



—Así que ya tengo oficialmente una nueva manager.

Aiden había estado muy sonriente durante todo el camino. De hecho, incluso en ese momento, subiendo las escaleras de mi edificio —porque estaba en contra de que usara ascensores, teníamos que hacer ejercicio— no dejaba de sonreír como un idiota.

No estaba muy segura de si devolverle la sonrisa, poner los ojos en blanco o empujarlo.

—Deja de decirlo —protesté, al final—. Y deja de sonreír tanto.

—Es que estoy contento.

—Ya lo veo, Aiden.

—Pobres rusos. Se han ido con la misma cara con la que saldrías de un examen en el que han puesto todos los temas menos los que has estudiado.

Iba a responder, pero me quedé callada cuando vi que Aiden se detenía de golpe, sorprendido, en mi rellano, y se quedaba mirando mi puerta. O más bien a quien había en ella.

—¿Holt? —pregunté, sorprendida—. ¿Qué haces aquí?

Holt, que estaba sentado con la espalda en mi puerta, se puso de pie de golpe y nos miró a los dos. Tenía un aspecto horrible, como si no hubiera dormido o comido bien en semanas. Un pequeño sentimiento de culpa se instaló en mi pecho, pero se borró en cuanto vi que su expresión cambiaba al clavarse en mí... y se convertía en una de furia absoluta.

—Tú —me señaló, acercándose a toda velocidad—. ¡Tú tienes la culpa de todo!

—¿Y-yo...?

Di un paso atrás por impulso, pasmada, y justo antes de que Holt llegara a señalarme justo delante de la cara vi que Aiden metía un brazo de por medio, frunciéndole el ceño.

—Apártate —le advirtió.

—Tú tienes la culpa de todo —Holt apartó su brazo de un manotazo, pero al menos no hizo otro ademán de acercarse a mí. Solo me miraba, furioso—. ¡Le dijiste a Lisa que me dejara! ¡Lo has estado haciendo durante meses!

Oh, así que era eso...

—Holt —empecé, intentando mantener un tono conciliador—, yo no he...

—Cállate de una vez —espetó, cosa que me deja completamente en blanco—. ¿Ya estás contenta? ¿Ya puedes tener a Lisa solo para ti? Porque eso es lo que querías, ¿no?

—Lis te ha dejado porque se merece algo mejor —le soltó Aiden, tan sensible como de costumbre—. Supéralo.

Holt se giró hacia él con los ojos muy abiertos y, por un breve momento, llegué a pensar que le daría un empujón, pero me interpuse antes de que lo hiciera. No quería ver eso.

—Aiden —le tendí mis llaves—. ¿Puedes esperarme un momento en mi casa?

—No.

Él me miraba como si estuviera loca, pero me daba igual.

—No era una petición —aclaré.

—No voy a dejarte sola con este idiota. Apesta a alcohol.

Era cierto. Olía a alcohol todo el pasillo, y era obvio que el hedor pertenecía a Holt. Vete a saber cuánto había bebido.

—Voy a hablar a solas con mi amigo —aclaré en tono de no admito protestas, poniéndole las llaves en la mano—. Haz el favor de esperarme en mi casa, Aiden.

Tardes de otoñoWhere stories live. Discover now