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La espalda dorada de la gema corrupta, marcada por su musculatura esbelta, parecía temblar, aunque en realidad estuviera avanzando con dificultad entre el follaje de los árboles, había aprendido a usar su nuevo cuerpo mucho más rápidamente gracias a la pelea con esa gema, un jaspe según sus recuerdos, pero no había sido suficiente. Además, habían otras gemas que habían reclamado la zona para sí mismas, debía de tener relación con esos bípedos que no eran gemas, pero no podía entenderla, todavía le costaba pensar con normalidad y cada recuerdo la perforaba como los colmillos de un demonio hambriento, agazapado dentro de su cabeza esperando a recordarle que esa era ella ahora, y que no podía apartarse de los sentimientos nuevos que la abrumaban.

No le resultaba molesto haber perdido la vista, no es que estuviera ciega, tan solo no podía percibir las cosas del mismo modo, había por ejemplo, adivinado que tipo de gema la había atacado usando sus recuerdos y su habilidad natural para presentir a sus iguales, o al menos eso le decía su mente, esa gema naranja era un tipo de cuarzo, pero no era quien estaba buscando. Esa otra gema continuaba oculta de sus recuerdos, y solo era capaz de percibir vagamente los motivos de porque estaba contenida.

Ella también había quedado atrapada, la única razón de eso era que estaba prisionera en algún lugar de la ciudad.

No había debido acercarse sola a los humanos, prueba de ello era la aparición de las gemas, necesitaba una forma de apartarlas de aquel lugar el tiempo suficiente para encontrar a su compañera.

Las mandíbulas negras de las gemas hormiga destellaron bajo la luz de la luna cuando se pusieron en movimiento, al verse privadas de la oscuridad agradable de su madriguera habían excavado directamente en los alrededores del valle, era como si extrañas formas sinuosas se asomaran por las paredes escarpadas, ahora moteadas de cuevas de diferentes tamaños. Dejo escapar un aullido de sus nuevos labios en aquella boca colmilluda y vio como los destellos de la luna en las fauces negras, de un negro brillante y lustroso, empezaron a removerse en la oscuridad.

Un momento después las hormigas cayeron sobre ella.

Aunque una parte de sí misma había disfrutado la idea de pelear con aquellas bestias, en todo momento había simulado no estar ahí, aunque no hubiera encontrado refugio en su mente. Le era difícil concentrarse y pensar en el plan. Mientras recogía las gemas y las encapsulaba en burbujas y se ocultaba dentro de una de las cuevas, descubrió una agradable paz en aquel silencio, y durmió profundamente.

Jaspe se revolvió como un animal enjaulado y sus garras, al golpear la rama donde estaba durmiendo dejaron un surco dentado de astillas. Salto al suelo, se encontraba demasiado ansiosa para intentar dormir, y sin darse cuenta se encontró caminando por aquel bosque. Había ido a buscar a la gema, pero se había perdido, en esos momentos incluso podría haber estado dispuesta a disculparse con la fusión...con Garnet, y hacer las paces.

Pero no lo haría ¿Qué demonios era trabajar en equipo sino obedecer siempre a otros? Ella no necesitaba a nadie a su lado, era la gema más fuerte entre los cuarzos, y los cuarzos eran las gemas más fuertes de la base de la pirámide, y aun quienes estaban por encima de ella no podían enfrentarla. Se obligó a recordar que Garnet solo había ganado su pelea estelar por ser una fusión, además ¡Recientemente Steven le había dicho que tenía visión futura, como los zafiros!

—Perra tramposa...—Musito dándole una patada a un coco, que desapareció zumbando entre los arbustos.

Y luego estaba Lapis ¿No era ella más fuerte, más audaz, mas malvada? Noto como se tensaba su cuerpo de pensar en la forma en que la había dominado la última vez, un sentimiento tan abrumador que le provocaba vergüenza. Lapis era más fuerte que ella, porque a su lado se sentía débil, a su lado necesitaba a una compañera, estar fusionada. No estar sola, como lo deseaba Garnet y las partes que la conformaban. Tal vez ahí había estado su miedo respecto a esa gema corrupta, la gema no tenía consciencia de su fuerza, tampoco sabía que le tenían miedo, pero aun si buscaba hacer daño a otros.

Jaspe se detuvo ¿Dónde se encontraba en ese momento? El camino había desaparecido, si es que había estado realmente ahí mientras caminaba perdida en sus pensamientos, los arboles ya no eran los raquíticos arbustos afectados por la depreciación urbana, sino elegantes troncos que parecían cerrarle el paso por momentos, los arbustos se habían vuelto más altos y encontró una especie de pasadizo entre las malezas que en realidad era mortal para cualquier otro que no fuera una gema, conducía a un acantilado rocoso que terminaba en una zanja de tierra descubierta resaltando contra el verde.

Al retroceder se encontró un portal, no uno de los más elegantes, estaba hecho de cuarzo superficial, de un tono un tanto más oscuro que el que usaba normalmente para recubrirlos y darle un aspecto un tanto místico, si no lo hubiera detectado habría podido pasar por un vago y llamativo trozo de piedra. Tenía una fisura cruzando la superficie, aunque no estaba completamente roto.

—"¿Importa a donde vaya?"—Pensó mientras ponía un pie encima, seguido del otro.

Cerro los ojos, cegada por la luz repentina, los portales más grandes podían enlazarse con docenas de lugares, en cambio los pequeños a lo sumo un par o más.

El paisaje que se extendía frente a ella resalto inmediatamente por la absoluta falta de cualquier elemento vegetal, la invadió el pánico de hallarse en otro planeta a años luz de la tierra, cuando reconoció un pequeño lagarto terrícola, que se arrastró velozmente sobre la roca tibia y desapareció dentro de una grieta, el suelo era de piedra desnuda y de color acero, manchada de ocasionales charcos de un polvo grueso y húmedo, ceniza. Un grupo de escaleras labradas directamente en la roca la condujeron a una especie de terreno escarpado formado en su mayoría de plataformas, y el suelo estaba mucho más caliente ¿Se trataba de una especie de caldera abandonada?

Si estaba en la tierra debía de estar a kilómetros del templo en ese momento. 

La táctica barataWhere stories live. Discover now