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Cuando Lapis abrió los ojos intento moverse y el tintineo de las cadenas le recordó porque hacia tanto frio y por el suelo brillaba con un espectral tono verdoso, no podía escuchar más que el murmullo del agua, pero una vez que consiguió levantarse pudo sentir pánico en verdad.

Jaspe no estaba ahí, al menos, no cerca de ella.

— ¿J-Jaspe?

— ¿Lapis?—Aquella voz se hallaba distorsionada por el eco del agua.

Quería preguntar dónde se encontraba cuando sintió aquel dolor quemando su espalda y cayo de rodillas, notando como las cadenas se sumergían en el suelo, salpicando su vestido como si se encontrase sobre la superficie pulcra de un estanque negro.

— ¡No te muevas, Jaspe!—Le suplico.

—No me estoy moviendo—Aclaro la gema, aunque su voz le sonó más lejana por alguna razón. —Yo...está bien, no te muevas. Encontrare la manera de llegar a donde estas...

¿Y qué sentido tenía hacerlo? Había recorrido un largo trecho para terminar encadenada, sentada en el mismo sitio, y en alguna parte Malachite reía a carcajadas, deleitándose de la idea de digerir lentamente sus mentes.

—Déjalo, Jaspe. —Gruño.

—Demonios, Lapis, no podemos...

— ¡Ella es más fuerte que ambas juntas!

—Ya se eso, recuerda que es una fusión—La voz de Jaspe se escuchó tan cerca que casi pudo percibir el eco de sus botas. —No podemos darle ordenes, pero...ella no es parte de nosotras, solo es una expresión de nuestros sentimientos más profundos, si dejamos de temerle quizás podamos hacer que nos obedezca.

—Claro, ya siento como funciona, estoy bailando una nube rosa con arcoíris en este momento. —Rezongo Lapis con sarcasmo, volviendo a sentarse, esta vez en cuclillas, con los puños bajo la barbilla.

— ¡Lapis, te prometo que cuando salgamos de aquí voy a comprar las botas más grandes solo para pisotear todo el campo de fresas!

La gema rio al pensar en aquella escena, y no tardo en volver a escuchar el sonido de las botas de Jaspe levantando charcos de agua con cada paso, al incorporarse, sus cadenas tintinearon y el sonido de las botas se detuvo ¿Jaspe también la estaría escuchando atentamente?

— ¿Ah, sí? Pues... ¡En cuanto volvamos a la cabaña hare una fogata y quemare esa chaqueta de cuero falso que tanto te pruebas frente al espejo!

—Perra...—Siseo la gema en respuesta.

Ambas rieron, se dieron la vuelta y pudieron mirarse. Lapis se incorporó con cuidado, mientras los grilletes en sus manos desaparecían, permitiéndole aproximarse a Jaspe, aunque sin llegar a tocarla, lo mismo con su compañera, que la contemplo, sin saber exactamente cómo actuar.

—Vaya, esto realmente no es muy sano ¿Verdad?—Le dijo Lapis, sonriendo, cansada.

—Quizás con unas cuantas plantas de interior...—Ambas rieron, Jaspe torció su semblante. —Tú debes avanzar, Lapis, y yo también, quizás esto sea algo bueno.

Lapis la miro con sorpresa, pero luego solo hubo rencor, y finalmente, decepción.

—Creo que eso es lo que más me asusta, terminar esto...te extrañe tanto cuando nos separaron por la fuerza.

—Igual que yo, pero tú lo dijiste, ya no podemos existir si somos esas gemas, aun si quema como el fuego más agradable, no podemos permitirnos ser Malachite, y desaparecer en ese odio.

La táctica barataWhere stories live. Discover now