O11

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Se encontró a sí mismo en el medio del bosque, frente a un gran roble vestido con la tela más sedosa que alguna vez su tacto presenció. A su alrededor las hojas doradas caían lo que parecía ser un dorado otoño, se preguntaba qué era lo que hacía en aquel lugar. Ni él mismo sabía cómo llegó hasta ahí, tampoco sabía cómo volver.
De pronto una hoja caía sobra de nariz, deslizándose por la misma hasta acabar en su punta y soltando brillitos un pequeño ser se apareció frente a él.

—¿Jimin? –Preguntó, la criatura pequeña movió sus alas sin responder, sonriendo a la par que volvía a subir por el tronco de su nariz.

—Des.. Gigi –Yoongi estaba aturdido, tal vez por eso todo a su alrededor parecía brillar. Las palabras de el mini JiMin eran incompletas.

—¿Qué?

—¡Que despiertes, idiota! –De un golpe todo aquel brillo desapareció, el grito de JiMin lo asustó lo suficiente para dar un salto fuera de la cama. Su cuerpo cayó hacia un lado golpeando su cabeza contra la alfombra.

—Mierda, JiMin, no vuelvas a hacer eso –Se quejó, una de sus manos sobaba su nuca con impaciencia mientras su cuerpo buscaba la fuerza suficiente para levantarse del piso.

—Lo siento. Pero no querías despertar –Puchereo, YoonGi lo analizó un poco. Vestía una camisa blanca un tanto fina y debajo de ella una simple remera sin mangas de color gris, unos pantaloncitos de playa y unas sandalias de goma. Tardó un poco en entrar en razón.

Lo había olvidado.

—Ve a cambiarte, Gukk esta por llegar –Fue lo último que dijo antes de salir de la habitación que habían estado compartiendo las últimas semanas.

YoonGi realmente no espero mucho a ponerse de pie y buscar la ropa que quería en el armario. Por alguna razón, que era bastante obvia, su ropa ahora también ocupaba mucho espacio en el ropero de su amigo, y tal vez eso lo ponía un poco nervioso, significaba que tal vez en algún momento abandonaría por completo su habitación y entonces serian ellos conviviendo más íntimamente que antes.
Pero al mismo tiempo le gustaba, le gustaba saber que al entrar en la habitación de JiMin su aroma era el que dominaba. Era su territorio ahora, suyo y de JiMin. Aquella mezcla de aroma que armonizaba todos sus sentidos hasta el punto de dormirlo, lo mantenía calmado.

Tal vez, la habitación sobrante se vería como una linda oficina.

—¿Estás listo? –preguntó el omega al ver como YoonGi entraba en la cocina. Él sabía que estaba listo. —. No respondas, ven a desayunar.

YoonGi asintió caminando hasta la silla, tomando los palillos al sentarse y listo para dar el primer mordisco. Las maletas estaban listas desde ayer en la tarde, le gustaba que las cosas sean organizadas y cómodas, era una de las formas de asegurarse de que las cosas salgan bien.

A el alfa no le gustaba mucho viajar, no era de sus cosas favoritas salir de casa. Pero ambos amigos habían organizado un viaje con anticipación, no era justo negarse a último momento. También sabía que negarse era negarle a JiMin viajar, JiMin era demasiado dependiente de sus decisiones, no estaba bien, pero si era cierto que YoonGi sentía un poco de dominio en eso.
YoonGi no es un alfa que domina a su pareja, pero tiene instintos naturales, instintos que lo dominan a él y que viven en su interior. Como alfa, YoonGi vive sentimientos confusos respecto a la dominación de un omega, se hiere a él mismo con tal de vivir en igualdad y eso le parecía bien. Por eso mismo, en cierto punto, se sentía calmado al saber que JiMin dependía un poco de él.

Sintió como un peso descanso sobre su regazo, las manos de JiMin lo abrazaron por la cintura mientras escondía su rostro en el cuello del alfa. YoonGi dejó sus cubiertos sobre la mesa, arrimando más el cuerpo de JiMin hacia él.

—Buenos días, gigi –Ese era JiMin. El omega que podía despertarte a golpes pero que luego se acurrucaría sobre tu cuerpo y besaría tu rostro por largos minutos. Una persona mimosa que necesitaba de atención constantemente para sentirse bien. Un sujeto que desbordaba carisma y sensualidad por donde lo vieras pero que con el tiempo te darías cuenta de que no es menos que un niño un tanto tímido que vive de mimos y siestas.

—Buenos días –Habló recibiendo con gusto los suaves besos que el omega dejaba en su mejilla. Si había algo que YoonGi adoraba eran esos momentos, donde JiMin era JiMin y donde él era él mismo, donde ambos se permitían al otro presentarse en su forma más limpia y brillante.

El golpe de la puerta cerrándose fue lo que los sacó de aquella boñiga atmósfera que tan solo en unos segundos habían formado. JiMin saliendo de su escondite vio como Jungkook entraba en la cocina con TaeHyung detrás de él, ambos sonriendo a pesar de ser casi las siete de la mañana.

—¿Están listos? La playa nos espera –Yoongi vio como JiMin asentía emocionado, con sus mejillas rosas y una diminuta sonrisa en su rostro. El peso desapareció de sus piernas y vio otra vez como JiMin caminaba en busca de un taper donde poner su desayuno. YoonGi entendió que no iba a dejarlo desayunar.

Un suspiro salió de sus labios, eran solo tres horas de viaje, pero para él eran tres horas de escuchar como JiMin y TaeHyung hablaban sin parar, de un Jungkook dispuesto a cantar un disco completo a todo lo que su voz daba y la incomodidad de los constantes saltos que daría el auto gracias a lo dañadas que están las rutas. Tres horas donde no podría dormir en absoluto.

—¡Listos! –Gritó JiMin mucho más emocionado de lo que esperaba, YoonGi podría jurar que un brillo intenso lo rodeó, en ese momento se sintió mucho más enamorado.

Sin discutir más y con las maletas en sus manos caminaron hacia el auto de Jeon listos, o algo así, para pasar una semana en la costa.

———

Como supuso antes, el viaje era un completo fastidio. Estos eran los momentos en los que YoonGi se daba cuenta de lo tanto que JiMin amaba hablar, de lo tan inquieto que podía ser su mejor amigo y de lo tan molesta que podía ser el chillido de jungkook cuando cantaba las notas altas de IU. Por otro lado, le gustaba que JiMin no haya despegado sus manos en todo momento. Al subir al auto, el omega había sostenido juntas sus manos, dando besitos en sus nudillos y deseándole un bonito sueño que nunca llegó, pero no le molesto, a yoongi le terminó gustando el calor que la unión de sus dedos.
Su sangre viajaba con mucha rapidez y podía pensar que se detenía cuando JiMin giraba a verlo, todo era muy nostálgico para él. Como aquellos días donde estaba locamente enamorado del pequeño hombre a su lado, y eso le hacía cuestionar todo lo que estaba sintiendo.

Algo dentro suyo le repetía que todo volvía a surgir y que por supuesto debía dar lo mejor de él para llegar a hacer las cosas bien. Su destino le estaba dando una segunda oportunidad a su corazón, incluso si sabía que jamás había dejado de pertenecerle a JiMin.
YoonGi sentía que él estaba entre sus manos, que solo hacía falta un movimiento para apretarlo y destruirlo otra vez, el mismo movimiento que podría ser una caricia y así terminar en una bonita historia.

—¿Estas bien, jiminnie? –Escuchó la voz de TaeHyung a lo lejos, sus pensamientos no tardaron en alejarse y tal vez por instinto su vista viajó hacia JiMin.

JiMin estaba más pálido que antes, lo que lo asustó, él sabía que los viajes no eran problemas para el cuerpo de JiMin, entonces ¿Qué le sucedía?

—Sí, estoy bien. Solo un poco mareado –Su voz se escuchó muy baja a diferencia de la emocionada de hace tan solo unos segundos. YoonGi estiró su brazo hasta dejarlo apoyado sobre su cuerpo.

—¿Quiere que paremos, Hyung? –Esta vez fue jungkook el que habló, viéndolos por el espejo y esperando una respuesta de JiMin —. Se ve muy mal.

—Estoy bien, tranquilos –Y tan solo un segundo después un líquido ácido viajó por su garganta terminando por salir de su boca y acabando todo sobre el cuerpo de su mejor amigo.

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SIN EDITAR
NADA DE NADA

D O L Y

provocative game • 𝐘𝐎𝐎𝐍𝐌𝐈𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora