11: Descubierto.

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   Suerte que me contuve.

   El golpecito en la puerta nos dejó helados a los dos.

   _ ¿Izu? ¿Estás despierto?

   _ Sí, papá.

   _ Voy a prepararle una taza de té a tu madre. ¿Quieres una?

   _ Sí. Bajo enseguida.

   Al oírlo bajar las escaleras, ninguno de los dos nos movimos. Fue como si la electricidad que nos rodeaba estuviera a punto de soltar una descarga, pero necesitaba un detonante. Así que lo encendí.

   _ ¿De veras te apetece una taza de té?

   No lo dije para que sonara a "¿de veras te apetece una taza de té?". Más bien me esperaba que se negase en redondo, a lo cual seguiría un agarrón, el deslizarse de la seda y un revolcón en toda regla. Por desgracia, me salió el tiro por la culata.

   Tuvo el efecto de un repelente contra el deseo. Lo mató en el acto.

   _ Prefiero café. Solo, sin zúcar.

   Lo dijo en un tono tan normal que casi me dio por pensar que me había imaginado esa electricidad. Sabía que no era así.

   Desapareció. Oí crujir la cama bajo su peso.

   No sé muy bien qué me iba a encontrar cuando por fin me di la vuelta. Si me hubiera estado mirando, tal vez hubiera tomado la iniciativa, pero no fue así. Al otro lado de la cama en la que me desperté me lo encontré apoyado sobre un codo, con el entrecejo fruncido, mientras trataba de sintonizar la radio de la mesilla. Me temo que debo decirlo, pero en ese mismo instante me pregunté si su postura no obedecía a un intento por disimular cualquier elevación de ciertos lugares, aunque si fuera así seguramente habría desaparecido en el cuarto de baño.

   El momento había pasado sin dejar huella. Oí a Kedama arañar la puerta y que lanzaba un ladrido agudo.

   Le abrí la puerta, entró dando saltos y me saludó con generosos lametones.

   Fui derecho al baño. Al salir, cubierto por la bata de nuevo, Kedama se había tumbado junto a Katsuki.

   Si Katsuki padecia las consecuencias de un coitus frustratus, la novedad de mi atuendo sin duda de la cabeza. Se le pintó en la cara una mueca que solo podría describir de espanto.

   _ Eso no será tuyo ¿verdad?

   _ ¿Estas de broma? Desde luego que no. Será de papá seguramente.

   _ Habría que tirarlo a la basura.

   _ El que no despilfarra, no pasa hambre. Vamos, Kedama.

   Mientras bajaba, con Kedama a mi lado, la verdad es que tampoco lamenté esa rociada de repelente contra el deseo. Aún quedaba por resolver la cuestión de sus honorarios. ¿Cómo me hubiera sentido después, al darle el sobre? Y luego estaba Eijiro. No me hubiera gustado que Katsuki pensara que me gustaba engañar a mis hombres  a la primera oportunidad.

   Tenía que sincerarme en ese sentido cuanto antes.

   Aparte de todo eso, me habría sentido muy culpable por hacer algo perversamente delicioso mientras la desaparición de Momo seguía latente.

   Al menos eso fue lo que me dije.

   Papá estaba ajetreado con el desayuno, de espaldas a mí. También Shoto se había levantado. Con una bata de seda, estaba sentado hojeando el periódico.


Please, be my boyfriend.Where stories live. Discover now