9:Lamentamos informarle.

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Al día siguiente, bien temprano en la mañana, cuando las primeras luces del alba se alzaban por entre el bosque prohibido, Megan se despertó repitiéndose una y otra vez <<Va a ser un buen día>> Se había vestido, alistado, tomado sus libros y su mochila y se fue a desayunar, en el Gran Comedor no había nadie, al menos que ella conociera.

Se sentó en la mesa de su casa, saco un libro y comenzó a leer mientras desayunaba. La noche anterior no había sido la mejor. Luego de aquella pequeña y absurda pelea con Fred Weasley y quedarse llorando en el sillón por horas, subió al dormitorio y trato de dormir, pero su mente, su consciencia no dejaba de torturarla sin descanso.

Sentía su cabeza dividida, una guerra interna que se desataba con ferocidad, las discusiones entre pensamientos los pro y contras, no la dejaban escuchar, solo la mareaban, se sentía en una calesita dando vueltas y vueltas sin entender la realidad.

Tomó un poco de su desayuno, comió una tostada que rebosaba de mermelada de durazno la cual chorreaba sus dedos y tenía que limpiarlos constantemente. Luego de un desayuno poco disfrutado tomo sus cosas y salió del Gran Comedor camino a su primer clase del día.

Mientras las horas pasaban tan lentas como de costumbre Megan no dejaba de pensar, aquella guerra aun no terminaba. Aunque no vio a Fred Weasley en todo el día no podía dejar de sentirse, tonta, humillada. Una muy pequeña parte de ella, aceptaba que se había permitido pensar en que el había cambiado, y que las cosas quizás hubieran cambiado también.

Pero su orgullo se negaba. Se negaba a pensar eso, negaba todo lo que tenía, lo que sentía. Ese era su escudo que trataba de reconstruirse luego de haber permitido bajar las armas solo por un momento lo que conllevo a una pequeña destrucción en ella. Algo que se lamentaba.

Violet tampoco había aparecido en todo el día, seguramente estaba enferma, aunque solía saltarse clases constantemente. Jack era un caso perdido, no hablaba con ella, no la miraba, la evitaba todo el tiempo algo que lastimaba mas a Megan, se sentía sola.

<<Vaya, que grandes amigos>> Comentaba aquella vocecita atormentadora en su cabeza.

-Cállate.-Susurro en voz alta Megan mientras se abrazaba las rodillas y estaba sentada en los jardines cubiertos de un manto de nieve blanca. Arregló su bufanda una vez mas protegiéndose del frío invernal y froto sus manos buscando calor sin éxito.

-¿Señorita Flannery?-Megan volteó con las mejillas sonrojadas como su nariz y su piel blanca, casi tan blanca como la nieve. La Profesora McGonagall estaba parada frente a ella mirándola... ¿Con pena? Megan no lo supo interpretar.-Podría acompañarme por favor.-El asintió y se levantó sacudiendo la nieve de su túnica.

La llevo directamente hacía la oficina de Dumbledore ¿Estaba en problemas? Sinceramente no sabía y dudaba que fuera eso, una parte de ella, se esperaba lo peor.

Dumbledore estaba mirando por la ventana con una expresión impasible, con los ojos perdidos en el blanco paisaje que adornaba al castillo.

-Siéntese señorita Flannery.-Megan dirigió su mirada a la silla que estaba del otro lado del escritorio, se acercó lentamente y se sentó. Dumbledore se volteó y la miro con la misma expresión que la Profesora McGonagall.

-¿Ha pasado algo?-Preguntó titubeando Megan. Dumbledore hizo una extraña mueca.

-Lamento ser yo el portador de tan terrible acontecimiento.-Suspiro fatigadamente. Megan sintió un estremecimiento que le erizó la piel, la garganta comenzó a arderle y tenía ganas de vomitar. Dumbledore le entrego un sobre cerrado, ella lo tomó con las manos temblando, tenía el sello del ministerio en el, frunció el ceño, abrió el sobre y comenzó a leer la carta.

Estimada Señorita Flannery:

Lamentamos informarle que en el día de la fecha, su padre el señor Andrew Flannery ha fallecido tras una explosión en una de las instalaciones en el Departamento de Accidentes y Catástrofes Mágicas, en el horario de 9:30 AM nuestro mas sincero pésame para usted y su familia.

Cornelius Fudge.

Hubo un silencio en ese momento, uno sepulcral, un silencio donde se podía sentir el dolor que Megan estaba experimentando en ese momento. Su padre, su compañero, su única familia, había muerto.

En ese momento ella podría afirmar, que estaba sola, completamente sola en el mundo. Lagrimas agrias y frías rodaban por sus mejillas, un llanto silencioso, inconsciente, nacía en ella ahora. Uno de los peores.

Dumbledore la miró por un largo rato sin decir nada, dejándola descargar todo ahí y ahora. Sin soportar mas estar ahí Megan se levantó, trato de articular una palabra, de lo que fuera, pero solo salió un quejido, entonces comenzó a correr, no solo esperando salir de la oficina de Dumbledore, si no esperando escapar de la realidad, deseando que todo esto fuera un sueño.

Sin poder soportar mas la quemazón en sus pulmones, en su pecho y el molesto dolor en sus pies salió del castillo y se quedo en los terrenos, muy cerca de la casa de Hagrid. Entonces solo ahí se permitió llorar desgarradoramente.

No supo con exactitud cuanto tiempo había estado ahí, pero al sentir dos cálidos bracos que la abrazaban por la cintura y la acercaban a un pecho cálido lo único que pudo hacer era aferrarse a aquel calor y cerrar los ojos con fuerza mientras las lágrimas seguían saliendo sin parar.

La mano de aquella persona comenzó a acariciar su cabello de la misma forma que lo hacía su padre para tranquilizarla. Cuando Megan ya no tenía mas que llorar levantó la vista, esperando encontrarse con cualquier persona. Menos con él.

-¿Por qué?-Balbuceó, él la miró con pena, entristecido, en los años que había estado con el o lo había visto nunca lo vio de aquella forma.

-Lamento mucho lo que sucedió.-Comentó mirándola a los ojos.

-¿Y tú como lo sabes?-Preguntó ella alejándose, abrazando sus rodillas.

-Papá trabaja en el ministerio, mi madre me envió una carta esta tarde dándote su pésame, dijo que en el caso que necesites algo, lo que sea, ella estará dispuesta a ayudarte.-Megan frunció el ceño.

-No me conoce.-comentó.

-Pero si a tu padre, y siempre se preocupa, aveces demasiado.-Ella abrazó aun mas fuerte sus rodillas, había olvidado cuando fue la última vez que sintió una protección maternal. Extrañaba a su madre, y ahora, perdió a su padre. Las lágrimas volvían a caer. Él la volvió a abrazar.

-¿Por qué estas aquí?-Le pregunto sin poder contener sus palabras.

-Quiero estar aquí.-Él no se alejó, si no que la abrazó mas fuerte.

-¿Con que necesidad?-Ahora no le importaba en realidad, que era lo que le fuera a decir, ya nada podría lastimarla mas.

-No dejarte sola, no en este momento, no soy de piedra ¿sabes?-Megan no hizo mas preguntas, solo se acurrucó en el pecho de el y trato de olvidar, solo por un momento. Trato de olvidar todo el dolor, y la amargura, y por sobretodo, trato de sentirse protegida, que no estaba sola, el estaba con ella no importaba si era un efímero momento, no le interesaba. Él estaba ahí abrazándola, conteniendola, Él estaba con ella.

 ¡Te odio Fred Weasley! ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora