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Se le había vuelto una costumbre entrar de puntitas a aquel lugar, con los pies descalzos para aminorar el impacto de su planta con el piso, cómo si ni quisiera llamar la atención del pequeño y ruidoso pecoso que ahí moraba

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Se le había vuelto una costumbre entrar de puntitas a aquel lugar, con los pies descalzos para aminorar el impacto de su planta con el piso, cómo si ni quisiera llamar la atención del pequeño y ruidoso pecoso que ahí moraba. También se había convertido en una costumbre ser recibido por la astuta presencia de ese endemoniado ángel, carajo, el pequeño parecía tan tonto cuando en realidad era un ente malvado y sumamente calculador que lo hacía caer del susto.

Bakugou Katsuki lo sabía por experiencia, ¿cuántas veces no estuvo al borde del infarto por los tremendos sustos que le daba el peliverde nada más llegar? Ir a visitar a ese molesto ser era una cuestión de vida o muerte.

Pero entonces ¿por qué lo seguía haciendo? ¿Por qué volvía al lugar de aquel pecoso cuando tuvieron un encuentro desastroso? ¿Por qué había había desatado todas sus inquietudes, problemas y preocupaciones en aquel pedazo de hermoso tonto? ¿Acaso era un hechizo? Sí, eso debía ser, alguna clase de maleficio que lo hacía caer rendido ante ese molesto pecoso, un encantamiento tan fuerte que lo mantenía hipnotizado ante cada poro de su piel.

Por eso estaba ahí nuevamente, por ese maldito maleficio, no era que quisiera verlo, ni mucho menos que lo extrañara, o que ansiara estar con él más que cualquier otra riqueza, no, no, no; nada de eso, el tan solo era un pobre idiota que había caído en el maleficio del jodidamente hermoso Izuku, el maleficio del amor.

Y como cada vez que llegaba a ese lugar se encontraba en el piso tratando de recuperarse del susto, e Izuku lo recibía con los brazos abiertos y una boba sonrisa en su rostro, la imagen de la dicha.

-¡Katsu! Te estuve esperando, pensé que no vendrías- y tenía motivos para pensarlo, pues en aquella ocasión Katsuki había decidido llegar casi caída la noche, tal vez con la intención de pasar menos tiempo a lado del pecoso y así no verse tan afectado por ese supuesto encantamiento.

-¡Maldita sea Deku! ¡Casi me muero del susto!

-Siempre dices eso y  nunca he visto que te mueras

-¡¿Ah?! ¡Acaso planeas hacerlo hasta que en verdad me muera!- la risa que salió de los labios del chico ya no le extrañó, porque lo entendió con el tiempo, Izuku no le temía, era algo más lejano al temor, algo que en su inconsciente esperaba que fuera cariño y anhelo

-No, no, no, es solo que es divertido verte asustado, eres el tipo de hombre del que menos esperaría ver esa clase de expresión, es divertido

-No soy tu jodido payaso

-No Katsu, tú eres mi amigo- y tal vez eso le había dolido, muy en su interior sintió la presión de la decepción, porque muy en el fondo de su corazón anhelaba ser el único que se reflejara en los ojos de Izuku, muy en su interior buscaba poder mandar a sus amigos al carajo y quedarse a lado del peliverde, solo Izuku y él.

Pero sabía que no podía ser egoísta, sabía que lo que verdaderamente anhelaba Izuku era lo compañía y el cariño de todos, por eso mismo es que aquella mierda no le terminaba de gustar.

En el corazón de bosque [Dekubowl]Onde histórias criam vida. Descubra agora