MI ALUMNA... MI AMANTE (Luciale)

CAPITULO 4

1 de marzo de 2019

El clima estaba frío y pesado, el tiempo parecía pasar aún más lentamente esa tarde. Lucía adentró el lugar y uno de los empleados del restaurante rápidamente se acercó para recibirle. La castaña fue conducida a una de las mesas bien al canto derecho del lugar, y mientras caminaba hacia ellas, podía ver a Sofía y Soledad discutiendo, probablemente por lo que iban a pedir. Lucía soltó una risa antes de llegar a ellas. Dios, como sentía falta de ellas en su vida fuera del colegio.

- ¡Estás retrasada! - Sol fue la primera en decir algo así que Lucía se sentó frente a ellas.

- Disculpen. Este cambio de horarios me está volviendo loca.- Lucía habló de forma aleatoria, se acomodó mejor en la silla. Sol y Sofía se entrelazaron con una pequeña risa.

- ¡No, nos mientas! - Sol habló mirándola maliciosamente. Lucía levantó las cejas y miró a su amiga confusa. - Lu, da para ver que acabas de follar recién, yo te conozco tan bien.- La castaña inmediatamente sintió su boca secar y sus mejillas quedar enrojecidas. Esa era su amiga Soledad. Simplemente la personal más transparente que ella conocía en la vida. Era sincera siempre hablando lo que pensaba y teniendo el coraje de exponerse. Lucía odiaba y amaba al mismo todo eso en ella. - Dios, no creo que estuvieras follando con tu marido. - Sol hizo una mueca enseguida – Que asco.

Lucía cerró los ojos con fuerza, soltando una risa sin gracia sólo para disimular. Alex la dejó en aquel estado. Ella sentía sus piernas todavía blandas, las contracciones en su vagina se hacían fuertes sólo de pensar en cierta ojiverde. Maldición, Alex era tan buena. Era como si Lucía todavía estuviera volviendo poco a poco al planeta tierra, después de tener tantos orgasmos en apenas una hora. La castaña mordió los labios, mirando a su otra amiga e ignorando a Sol.

- ¿Cómo estás Sofi? - Sol giró los ojos.

- Está cambiando de asunto. - Sol susurró en el oído de Sofía.

- Cállate la boca Soledad, déjala. - Reprendió a Sol. - Estoy bien Lu ¿y tú? - Sofía le ofreció una sonrisa gentil.

- ¡Estoy muy bien! - Respondió dejando una pequeña sonrisa escapar.
El camarero les entrego el menú, Esto le dio a Lucía tiempo para organizar sus pensamientos. Fue todo muy rápido, Alex simplemente apareció en su casa tan pronto como la castaña había llegado del colegio. Ella estacionó el carro y vio a la chica sentada frente a su puerta, sus ojos perdidos y tristones imploraban por atención, el cual la castaña dio con todo el placer. Después de eso Lucía sólo recuerda la follada maravillosa que tuvieron en el sofá. Una, dos, tres veces antes de que la profesora corriera para el restaurante en que se encontraba ahora.

- Entonces... - Sol pigarreó llamando la atención de ellas. - Parece que el matrimonio de los pichones va a mil maravillas, veo que tu marido está haciendo bien su trabajo finalmente.-
Lucía volvió a verla a los ojos, Sol no estaba ni un poco a favor de su boda, Sofía tampoco, diferente a Sol, Sofía era una persona que no se metía en la vida ajena.- Sinceramente, no sé cómo es que has durado tanto con ese tipo, no entiendo ni siquiera el por qué te casaste con... ¿Cuál es su nombre? - Sol habló con disgusto.

- Benjamín. - Respondió tranquilamente, estaba de buen humor y no sería Sol la que iba a cambiar eso.

- ¡Deja a Lu, Soledad!. Ella eligió casarse con él, tú no tienes nada que ver con eso. - Sofía dijo de forma tranquila.

- Has escogido mal, vuelve la cinta y escoge de nuevo. - Lucía rodo los ojos – Algún día me darás la razón, él no es el correcto y no lo voy a aprobar así lleven 20 años de casados.-

Era precisamente en ese punto que la castaña odiaba la transparencia de Soledad. Ella simplemente hablaba lo que pensaba sin importar nada, como si su opinión fuera la más importante de todas y todo el resto estuviera equivocado. La morena siempre apoyó a Lucía en casi todas sus decisiones, excepto por supuesto, la de su matrimonio. Sol nunca le gustó Benjamín, y su antipatía sólo aumentó cuando percibió el alejamiento de Lucía. Además de declarar siempre cuánto su matrimonio era tedioso e iba directo al fracaso según ella.