•ғʀᴇsᴀs ʏ ʜɪᴇʟᴏ.

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Si lo pudiera describir en una palabra

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Si lo pudiera describir en una palabra... Sería agridulce. Podía ser amable y si tenía suerte, le permitía llevar el ritmo de las cosas... Pero, si hacía algo que no fuera de su agrado, sus rodillas no eran las únicas que terminaban cansadas.

Era extraño, Yuu no se quejaba para nada de su forma de ser, no era la más común... Definitivamente no lo era.

¡Al diablo las palabras disfrazadas! Era un sádico. Esa era la jodida palabra para describirlo.

No era el único masoquista, a Yuu le encantaba recibir tanto azotes como castigos. ¿Llevar esa forma de tener sexo la mantenía completamente satisfecha? No, no del todo, la verdadera cuestión aquí es... Que tango puede aguantar.

— ¡Mng! — Siquiera le había tocado, no podía ver nada, haciendo que la intriga creciera en ella.

— ¿Tan rápido estás cansada? — Dijo con alta arrogancia, el señor cara bonita mantenía un látigo con él, lo utilizo para subir el mentón de la chica que estaba de rodillas sobre el suelo. — Quieta. ¿Tanto te gusta?

— A-ah, e-está frío señor.... — El chico no dudo en azotar su estómago que ahora, se encontraba al descubierto. — ¡¿E-eso P-por qué!? — Añadió sintiendo el dolor que había dejado el golpe.

— Habla correctamente. — ¡Ay vamos! Literalmente tenía pinzas en sus pezones. ¿¡Cómo esperaba que hiciera eso!? ¡Empatía Vil-San, empatía!

— S... Si señor. — Ninguno de los dos tenía remedio, Yuu suspiro profundamente al sentir el látigo recorrer su espalda, otro pequeño azote se le fue dado en esta. — ¡H-ha, a-ah...! — Sus fuertes respiraciones más sumando sus ruidos obscenos, la mantenían corta de aire.

— Derecha, Señorita. — Enderezó de apoco su descubierta espalda, Vil podía apreciar como una fina capa de sudor se formaba sobre ella. — Si aguantas esto, los dejo libres. ¿Te parece? — se había hincado a la altura de la menor, y aún sabiendo la presión que el juguete ya le estaba causando en sus pezones, decidió apretar uno de estos, logrando que los hombros de la chica bajaran y subieran con mayor intensidad. — ¿De acuerdo, señorita? — Agregó, después lambio el lóbulo de su oído.

— S-sí señor, ah~ F-frío...

— Pues las cosas se están por poner más frías.

— ¿E-eh? ¡H-hey, hey... Espera! D-dios... — había puesto un pequeño cubito de hielo en su hombro, fue llevando este desde sus hombro izquierdo hasta recorrer todo su brazo.

— ¿Alguna objeción... Querida señorita~? Abre la boca. — Había acatado la orden casi al instante, el rubio había puesto una fresa en su boca. — Trata de mantenerla ahí hasta que el hielo se derrita.

— C-claro. — En las condiciones en las que estaba, no podía hacer nada más que acceder. Vil pasaba aquel pedazo de agua congelada de forma lenta y tortuosa, la piel que era tocada por este, rápidamente reaccionaba.

ᴅᴜʟᴄᴇs sᴜᴇñᴏs, ʏᴜᴜ ⟼ ᴇxᴘʟɪᴄɪᴛᴏ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora