20 | Una difícil decisión

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Amé ver a mi padre y apreciaba sus consejos pero me fui de su casa con muchas cosas en mente. Y debía admitir que estar lejos de Tomás ese finde permitía que no me distrajera y pudiera dedicarle tiempo a mis conflictos internos. Estaba obligado sí o sí a dejar de evitar lo inevitable. 

A diferencia de mi papá, mamá gritó como loca de la emoción cuando se enteró que tenía novio, importándole poco y nada la edad del mismo. Me abrazó y me apretó con fuerza como cuando era pequeño y hasta me regañó por no haber traído a Tomás conmigo para que lo conociera.

— Ya lo vas a conocer. Solo quería darte esta noticia personalmente primero — le dije. — Estás invitada a ir a casa cuando quieras de todos modos. 

— ¡Claro que voy a ir! ¡Con más razón voy a ir ahora! — exclamó de felicidad. — Cuando me contaste que estabas compartiendo departamento con un ingresante sinceramente pensé que no ibas a aguantar mucho tiempo, conociéndote — rió. — Pero como tu relación con él iba mejorando, me imaginaba que ese chico debía ser alguien único. Y veo que no me equivoqué.

— Me conoces bien, ma — sonreí. 

A ella sí le tuve que contar cómo fue toda la historia, estaba muy curiosa e insistente en saber cómo fue que ese niño logró ganarse mi corazón. También me preguntó por la universidad y los finales que había rendido últimamente. Estaba muy orgullosa de mí de que hubiera llegado a esa altura de la carrera. De hecho ella trabajaba en el hospital del pueblo en la parte de administración y era casi como un sueño compartido que siempre tuvimos el que yo entrara allí. 

— He aprobado todo, pero la verdad me es difícil concentrarme ahora con todo esto de Tomás — confesé respecto a ese tema, esperando no decepcionarla. Mamá era de aquella madres que siempre estaban presumiendo sobre sus hijos inteligentes y sobre cómo sacaban las mejores notas, y la verdad no quería que me viera perdido como me sentía en ese momento. Pero tampoco le podía mentir. Con mamá eso era imposible. 

— Te enamoraste en un momento algo inconveniente de tu vida, es cierto — respondió. — Pero, cariño, has llegado tan lejos, no te exijas tanto. Tómate tu tiempo, disfruta tu noviazgo. Eres tan joven aún, ¿quién te apura?

Su apoyo y su tranquilidad hicieron que me dieran ganas de aferrarme a ella como un bebé y que me dijera qué hacer de una vez pero me aguanté. 

— Yo — dije. — Yo me he estado apurando porque todo lo que siempre quise fue obtener mi título y trabajar de lo que amo. Desde que ingresé a la universidad todo lo que he hecho es estudiar sin parar. Se siente raro frenar ahora y descubrir que puedo amar otra cosa también. A alguien. 

— Oh, cariño. Algún día te iba a pasar. Y si él te corresponde, entonces eres muy afortunado. Te veo feliz cuando me hablas de él. No te preocupes por la universidad, siempre estará allí — me siguió animando. 

— ¿Qué hay del puesto en el hospital del que siempre hablamos? — pregunté con miedo. — ¿Siempre estará allí también? Porque la verdad ya no sé a dónde debo ir, mamá. No quiero alejarme de Tomás. 

Pensé que le pondría mal saber que estaba considerando la posibilidad de nunca volver y quedarme en la ciudad, pero mamá solo me sonrió dulcemente y acarició mi rostro. 

— Donde tú encuentres tu hogar, yo te apoyaré y lo sabes. Así sea del otro lado del mundo — fue todo lo que dijo. 

— Genial — suspiré. — Pero sería más fácil si tan solo me obligaras a tomar una decisión así dejo de torturarme — reí.

— Bueno, no te puedo obligar pero sí te puedo decir algo que quizás te ayude a decidir — la miré curioso y un tanto desesperado. Necesitaba respuestas cuanto antes. — Todos en el hospital ya saben que mi maravilloso hijo está a punto de graduarse — me contó entonces. — He hablado mucho con el director sobre ti y me dijo que está dispuesto a recibirte para que hagas tu residencia con él. Y con un muy buen sueldo. 

El chico que amoWhere stories live. Discover now