22 | El camino entre los dos

3.6K 403 182
                                    

Un golpe en la puerta hizo que me levantara de inmediato de la cama, donde aún seguía tirado, sin haber podido dormir en toda la noche básicamente, solo de a ratos y muy poco. Creí que tal vez sería Tomás, quien había olvidado sus llaves pero no. 

Apenas abrí me encontré con Nathan.

— Oye, ni te has vestido todavía — me miró de pies a cabeza. — ¿Vamos al hospital juntos? — preguntó. 

Recién ahí caí en cuenta del horario. Pero ni ganas de ir a la universidad tenía. Y no me importaba tampoco. Ya no. 

— ¿Está enfermo, amigo? — preguntó una vez más Nathan. — ¿Y Tomy? 

Y entonces no me aguanté las ganas de llorar al escuchar su nombre. Yo que nunca lloraba, y menos por un chico, no pude evitar dejar escapar unas lágrimas frente a mi vecino. No, no solo mi vecino. Mi amigo. Porque enseguida lo abracé para esconder mi lamentable rostro apenado. Realmente necesitaba un abrazo.

— Diablos, ¿qué te pasó? — le escuché decir mientras palmeaba mi espalda. — Olvida el hospital, me quedaré contigo. 

Me llevó adentro de mi departamento y cerró la puerta. 

Cuando pude recuperar más o menos la compostura, limpié mis ojos y le conté lo que había sucedido. 

— Tomás terminó conmigo. Anoche. Se fue con unos amigos y no ha vuelto. Ni siquiera sé dónde está. 

— ¿Qué? ¿Por qué? — preguntó sorprendido. 

Lo puse al tanto de todo. Le conté todo desde que me fui a mi pueblo y volví hasta entonces. Nate se quedó pensativo un momento. Él también parecía estar tan desconcertado como yo por cómo había pasado todo tan rápido. 

— No entiendo — habló luego de escucharme. — Me parece que hay algo más. Él te ama. Se le notaba y mucho. Hasta daban asco de lo tierno y cursi que se veían juntos. 

— Quizás exageramos como dijo él, nos dejamos llevar, yo qué sé — me encogí de hombros.

— Claro que no, tú lo amas. Eso lo sabes por seguro ¿Verdad? 

— Pero él dijo que no me ama a mí, o que no estaba seguro. Como sea, prefirió terminar que buscar una solución al problema. 

— No, no, aquí hay algo más. Estoy seguro. No te preocupes, lo averiguaré — dijo marcando en su teléfono. 

— Oye, no. No creo que le agrade que te metas en el medio. Va a ser peor. Aparte si no me lo dijo a mí, por qué te lo diría a ti. 

— Porque yo siempre me salgo con la mía ¿No se nota acaso? — sonrió. — De todos modos voy a llamarlo para saber dónde anda. No puede irse toda la noche y no dar señales de vida. 

— Tiene 18, puede hacer lo que quiera. 

— Me importa una mierda — respondió y enseguida ya estaba llamándolo. Nate siempre había sido un metido pero esta vez lo dejé serlo. Necesitaba saber de Tomás. Al menos saber que estaba en algún lugar seguro y salvo. 

La llamada sonó y sonó pero él nunca respondió. El correo de voz apareció y Nate no dudó en dejar un mensaje. 

— Oye, mocoso, coge el maldito teléfono y da alguna señal de vida. Estamos preocupados por ti. ¿Cómo vas a desaparecer toda la puta noche luego de terminar con mi amigo así como si nada? Por cierto, soy Nathan. Vuelve a casa de inmediato, tonto — finalizó y luego colgó. 

— Dudo mucho que te responda si le hablas así. 

— Pues que se joda. Ya me está haciendo enojar. ¿Cómo te va a dejar así? 

El chico que amoWhere stories live. Discover now