17 | Ilusiones Pt. 2

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Tomás gemía bien bajito mientras sentía mis dedos jugar y entrometerse en su zona más íntima. Había utilizado un lubricante para facilitar el trabajo y hacerlo menos doloroso para él pero de todos modos lo notaba algo tenso todavía. 

Además de dejar besos en sus labios, también dejé un par en sus mejillas, en su nariz, en su frente. Quería que se relajara y que sintiera todo el amor y el cariño con el que le estaba haciendo esto. Él se estaba entregando a experimentar algo completamente nuevo, pero yo también, pues nunca había estado así con un chico. No amándolo, no deseando no perderlo nunca en la vida. 

— Te quiero…— susurré en su oído cuando ya tenía tres de mis dedos en su interior. En respuesta él me abrazó con fuerza mi cuello y espalda. Abrió más las piernas y sentí que su cuerpo se adaptaba mejor a mí. 

Comencé a mover los dedos lentamente, dentro y fuera, y sus gemidos fueron entonces cada vez un poco más fuertes. Yo amaba escucharlo. Amaba ver su carita de excitación, toda roja, el sudor cayendo por sus sienes. Se veía hermoso para mí y quería hacerlo morir de placer.

— M-más rápido — me pidió en un momento. Tenía una mano en su miembro y no dejaba de tocarse al ritmo de mis propios movimientos. 

Sonreí, satisfecho con lo que estaba logrando. Le di lo que me pidió y pronto ya lo tenía retorciéndose a mi lado, gimiendo y diciendo mi nombre en el momento exacto en que lo vi correrse en su abdomen. 

— Que lindo — reí y dejé un último beso en su boca para luego dejarlo respirar y reponerse. Tomé una camiseta sucia que estaba en el piso y me dediqué a limpiarlo mientras él, con los ojos cerrados, regulaba su respiración. 

— Me encantó esto — lo escuché decir y una enorme sonrisa se formó en sus labios. 

— Se notó, bonito.

Se puso de costado y me miró a los ojos. 

— Yo también te quiero ¿Sabes? Y también quiero hacerte sentir así de bien. ¿Qué hago? — preguntó. 

— Nada. Solo bésame — le pedí. Yo ya estaba feliz con solo escucharlo decir que me quería.

Obedeció y se inclinó ante mí para poder alcanzar mi boca. Metió la mano en mis pantalones y tomó mi erección para comenzar a masturbarla también. 

— Quiero hacer que te corras — dijo. 

— Sigue así entonces y lo vas a lograr — respondí. 

— Pero quiero hacer más que esto, así como tú conmigo hoy. ¿Qué te gusta? Dime, y haré lo que me pidas.

— No necesito pedirte nada, Tomy. Me encanta cómo me tocas. 

— Pero es que...tienes que decirme qué hacer — insistió. — Yo no sé cómo estar con un hombre y quiero hacer más que solo tocarte.

 Cuando terminó de decir aquello, empezó a dejar besos en mi cuello. Fue bajando haciendo un camino por mi pecho hasta el vientre. 
Creí que se detendría allí pero quiso seguir descendiendo. 

— Espera, no tienes que hacer eso — le detuve. 

— ¿No te gusta? — preguntó preocupado. 

— No es eso. Pero es que…

La realidad era que aún tenía esta imagen inocente de Tomás y aunque me moría por más, sentía que me estaba aprovechando. Es que todo era demasiado nuevo para él y no quería apresurarlo a hacer algo para lo que no estuviera listo. Suficiente me parecía con lo que habíamos avanzado ese día.

— ¿Crees que no lo haría bien porque no tengo experiencia? — siguió preguntando. 

— Tomy, no. Es solo que no es necesario. Vayamos despacio ¿Sí? 

El chico que amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora