13 | Una invitación especial

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— ¡Tomás ¿Qué carajos estás haciendo?! — estallé. 

Él se puso de pie de inmediato ante mi sorpresiva interrupción. En su cara, pánico. 

— Hey, ¿Nunca tocas antes de entrar a un cuarto ajeno? — Alex frunció el ceño y me regañó con la mirada. 

— ¿Y tú siempre te besas con niños en los cuartos de tus amigos? — devolví el ataque. 

— No soy un niño — esta vez fue Tomás quien se quejó. — Y es verdad ¿por qué no tocaste? Siempre me regañas por eso ¿y ahora haces lo mismo?

— Mira, tú cierra la boca y fuera de aquí. Nos vamos — ordené furioso. 

— ¿Qué? ¿Quién te crees… — no lo dejé seguir protestando porque lo tomé del antebrazo y lo arrastré hacia la puerta. 

— Oye, suéltame. ¿Qué te pasa? — me gruñó. Su cara estaba roja. No sabía si por vergüenza o por el alcohol que bebió. 

Lo solté pero volteé a ver a Alex detrás de mí. 
— ¿Cómo te atreves a abusar de un chico que está ebrio, eh? — lo encaré. 

— ¿Perdón? — preguntó sorprendido con una sonrisa. 

— ¡No estoy ebrio! — exclamó Tomás. 

Debía estarlo. ¿Por qué otra razón iba a estar besándose con este tipo? Tenía que ser eso. 

Para entonces el drama que estaba ocurriendo en la puerta del cuarto de nuestros vecinos ya había llamado la atención de los demás quienes se acercaron a ver qué ocurría. 

— ¿Por qué pelean? — Liam fue el primero en preguntar. 

— Por nada. Tu vecinito aquí está un poco histérico, nada más, imaginando cosas que no son — rió Alex. 

Unas ganas de darle un puñetazo pero me aguanté. 

— Cierra la boca — exigí. 

Tomé la mano de Tomás, quien me miraba indignado, y me lo llevé de ese departamento para ir al nuestro ante la atenta mirada de todos.

— ¿Te volviste completamente loco? — exclamó una vez que lo puse a salvo en nuestro hogar. 

— Mejor agradéceme de que te haya salvado de cometer una locura. ¿En qué estabas pensando? 

— ¿Y por qué tengo que darte explicaciones por estar besándome con un chico? 

— ¿Es broma? Ese chico — remarqué lentamente esa última palabra. — Se estaba aprovechando de tu poca tolerancia al alcohol. 

— ¡¿Te parece que estoy ebrio?! Si lo besé fue porque yo quería, yo se lo pedí — explicó y me dejó completamente callado. 

¿Qué? ¿Por qué le pediría eso? No entendía nada. 

— Pero…¿qué hay de Sofía, eh? ¿Cómo le puedes hacer esto? — pregunté entonces. 

— Ella no es mi novia, no le debo nada. Ni siquiera sé si seguimos saliendo después de lo que pasó el sábado. Ni siquiera me ha hablado. 

— Yo...no lo sabía…— hablé más tranquilo.

Sin embargo eso no quitaba que no entendiera qué rayos estaba pasando con él. 

— Diablos, Nacho, ¿Era necesario crear toda esa escena por un beso? 

Ahora era él quien me regañaba y yo me sentí un tonto por actuar tan impulsivamente. 

— De todos modos, no entiendo por qué lo besaste. Creí que eso había quedado atrás. 

¿Qué pretendía? ¿Saber si besaba mejor que yo? ¿Experimentar más con un hombre? ¿Y por qué lo tenía que buscar a ese para probar? ¿Por qué no me buscó a mí si ese era el caso? 

El chico que amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora