4 | El día después

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Desperté en el peor estado posible. Ni siquiera había sido yo el que más había bebido anoche pero la resaca me estaba matando. O quizás era otra cosa…

Sacudí a los chicos y los obligué a despertarse. Aún así tardaron en levantarse y finalmente irse. Era mediodía para entonces. Pero no había noticias de Tomás. Seguía encerrado en su cuarto. 

Me sentía tan culpable por lo sucedido anoche que decidí que ese día cocinaría yo. No era mi fuerte pero di lo mejor de mí. Para él. 

Todavía no había terminado cuando por fin apareció en la cocina. Tenía cara de dormido y bostezó como tres veces antes de finalmente decir algo. 

Yo jamás había estado tan nervioso. ¿Recordaría lo sucedido? 

— Jamás volveré a beber en mi vida. Se me parte la cabeza — comentó luego de sentarse en la mesa y llevar sus manos a la cara. 

— ¿Sí? Eso dijimos todos alguna vez — reí. Fingí que no había ocurrido nada. 

— ¿Tus amigos se fueron? ¿A qué hora me dormí anoche? 

Sus preguntas de confusión me llenaron de alivio. Al parecer no recordaba. Y era lo mejor que me pudo pasar en la vida. 

— Uh, hace un rato se fueron. Y...no sé qué hora era. Creo que también bebí demasiado — mentí. Seguí cocinando de espaldas a él. No verlo a la cara me facilitaba fingir. 

— Bueno, de todas formas perdón por lo de anoche — dijo entonces poniéndose a mi lado. — No conocía ese lado de mí — sonrió algo apenado. 

— ¿Qué…? 

Oh, diablos. No podía ser que…

— Ya sabes, cuando me puse en modo zorra contigo. 

Sí, lo recordaba. 
¿Y de verdad estaba teniendo las bolas para decirme eso así como si nada? 

Yo no podía ni verlo a la cara.

— Ah, eso...cosas que pasan cuando uno está ebrio — dije quitándole importancia. Como si fuese algo que pasara siempre.

— Me imagino. Esa fue la primera vez que estuve ebrio — confesó. — Fue divertido en el momento, pero ahora ya no tanto — rió — Me duele todo ¿Es normal? Y estoy muerto de sed. 

— Es normal — expliqué. — Bebe mucha agua. Después de almorzar te recomiendo que vuelvas a dormir. Mañana estarás como nuevo. 

— Está bien. Oye, por favor no le cuentes a mi padre sobre esto — me pidió. — Sé que cuando te ve te pregunta por mí como si fuese un bebé. 

— Y sabes que yo nunca he dicho nada malo de ti — lo tranquilicé. — No te preocupes por eso. 

Me agradeció, y como era él, a pesar de que se sentía mal, quiso ayudarme a terminar el almuerzo, el muy cabeza dura. 

No podía creer que de verdad no le importara que anoche casi hicimos cosas que no debíamos. Cualquier heterosexual estaría entrando en pánico, pero no Tomy. Él no parecía darle importancia al asunto y no entendía por qué. 

Mientras almorzábamos, lo noté más callado que lo usual. Supuse porque estaba cansado. Y ese día fui yo el que decidió empezar a hacer preguntas. 

— ¿Y vas a salir hoy entonces con esa chica de la que hablaste anoche? 

— ¿Qué chica? — me miró confundido. 

— Esa que dijiste que estaba enamorada de ti. 

— Ah, Sofía. No, claro que no — negó. 

El chico que amoWhere stories live. Discover now