16 | Nuestra bella rutina

4.8K 448 73
                                    

La despedida en la recepción del hotel con la madre de Tomy fue casi tan emocionante como su reencuentro. Pero él prometió que iría a visitarla el próximo fin de semana y ella también nos aseguró que vendría a nuestro departamento algún día. 

Todo parecía retomar el lugar que correspondía. Esa mañana Tomás no dejó de hablar durante todo el viaje en el uber de regreso a casa sobre lo increíble que fue la boda. Estaba muy feliz. Y yo muy feliz por él. 

— Ahora tendré que dividir mi tiempo entre ir a visitar a papá y mamá los fines de semana — comentó entusiasmado cuando ya estuvimos en casa. Estábamos ansiosos los dos por quitarnos los incómodos trajes y ponernos ropa más cómoda. 

— Yo también estoy pensando en visitar a mis padres. Tu emotiva reunión me dieron ganas de volver a casa — le hablé desde mi cuarto mientras me cambiaba. 

Al rato apareció en mi puerta, también ya con otra ropa y me miró mientras yo todavía en ropa interior buscaba algo para ponerme. 

— Eso quiere decir que pasaremos menos tiempo juntos los findes — dijo. 

— ¿Estás diciendo que me vas a extrañar? — lo molesté. 

— Obvio que sí — respondió seguro. 

Me acerqué a él y le hice una caricia en el rostro. Me daba mucha ternura. 

— Y yo a ti cuando te vayas esos días — confesé. 

Luego lo besé de nuevo. No me resistí. Sentía que ahora tenía vía libre para hacerlo cuando quisiera. 

Tomy hizo puntas de pie y colocó sus brazos alrededor de mi cuello. 

— Mmm dime ¿cómo vamos a hacer para vivir juntos y aguantarme las ganas de hacer esto cada vez que te vea? — pregunté. 

— Pues no te aguantes — respondió con sencillez. 

— Que conste que me estás dando permiso — sonreí y volví a besarlo. 

Y así empezamos. El primer día de muchos en nuestro departamento, dándonos besos, estando juntos como nunca nos imaginamos. 

Cada vez que salía del trabajo o de clases solo quería regresar a casa por un solo motivo: ver a Tomy, abrazarlo, almorzar o cenar juntos, y luego de eso, bueno...no faltaba nunca una buena sesión de besos que terminaban en su cama o en la mía, con caricias, con un poco más de calor y con un poco menos de ropa. 

Físicamente no avanzamos más de lo que pasó en el hotel la noche de la boda. No era como si yo o él tuvieramos prisa tampoco por hacer otras cosas. Yo estaba más que feliz con solo tenerlo a mi lado cuando hacía tan solo días lo creía imposible y él, bueno, para Tomy era necesario ir despacio por obvias razones.

Lo que sí avanzaba cada vez más eran mis sentimientos por él y lo dulce que me ponía con cada encuentro cariñoso que teníamos. Desconocía ese lado cursi de mí. 

También sabía que si seguíamos así iba a tener que confesarle la verdad. Que no solo era una atracción, que no solo me gustaba, sino lo mucho que me había enamorado desde hacía bastante, desde antes que todo esto empezara. Pero eso todavía me daba miedo develarlo. No estaba seguro de qué respondería él. 

Yo le gustaba y me quería. Estaba viviendo algo nuevo conmigo, pero de ahí a ser correspondido totalmente podría haber una gran diferencia. Y yo aún seguía algo a la defensiva en ese aspecto…

Ese fin de semana siguiente Tomás se iba, como prometió, a visitar a sus padres. Yo lo aprovecharía para estudiar porque sinceramente desde la boda no había tocado un solo apunte y abandoné por completo el final que estaba preparando y que rendía la próxima semana. Quería quitarme ese pendiente de encima antes de volver a mi propia casa. 

El chico que amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora