9

6.3K 185 10
                                    

Puedes confiar en mi

Mi pierna no deja de moverse, estoy demasiado nerviosa y creo que jamás lo había estado de esta manera

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mi pierna no deja de moverse, estoy demasiado nerviosa y creo que jamás lo había estado de esta manera. Siento que voy a vomitar en cualquier momento.

Exagerada.

Hablo enserio.

Aja

Suspiro cerrando los ojos, recargando mi cabeza en la pared detrás de mí, intentando que el olor a desinfectante y medicina no empeore esto. No llevaba ni cinco minutos sentada en la sala de espera para mi cita con el ginecólogo y yo ya sentía que desfallecería por estar pensado en los miles de cosas que podrían pasar cuando llegara mi turno.

Estoy aterrada.

Para ser sincera, no me gusta asistir al médico, nunca me ha gustado enfermarme por lo mismo y agradezco tanto al universo que eso ocurra cada mil años de lo contrario ya hubiese perdido la cabeza. Las veces que visitaba a un doctor era porque mi madre me obligaba como si fuese una niñita para asegurarse que todo está en orden, eso era unas dos veces por año o una si lograba convencerla de que me encontraba bien.

Con el ginecólogo es diferente porque siempre he sido irregular como mi pedido y he tenido que tomar pastillas anticonceptivas desde hace años y asisto a consulta más veces de las que quisiera. El problema aquí es que al único ginecólogo que he visto toda mi vida está en otra ciudad y en estos momentos no podía ir a casa porque eso preocuparía a mis padres de alguna manera y quería que esto fuese rápido por eso hice la elección al azar. Solo espero no haberme equivocado.

Paso la mirada discretamente por el lugar, es una sala de espera enorme. Estoy en un edificio con diferentes especialistas así que había mujeres con niños, mujeres embrazadas, mujeres con sus parejas, una adolescente con su madre y luego estaba yo, sola, a punto de perder el cabello por estrés.

Ayer solo actué por inercia sin percatarme de lo que me podría decir el doctor, de lo que podría encontrar y tener, y con eso sentía que se me iba la respiración al considerar todo aquello.

Me hundí en el asiento, según yo estaba a tiempo, pero parece que es buena idea hacerme esperar para que me siga torturando mentalmente. Si no me dio algo cuando fui a hacerme la prueba que Gabriella menciono, ahora si sentía que me desmayaría.

—Calliope West —escucho mi nombre y alzo la mirada hacia la recepcionista.

Me levanto con las piernas temblorosas y mi corazón saliéndose del pecho, camino hacia ella.

—En la segunda puerta de la derecha con el Dr. Shepard —indica con la mano señalando el pasillo.

Asiento y le gradezco antes de caminar hacia donde me indica.

Lo que sea que esté arriba por favor apiádate de mí una vez más.


***


No me digas adiós [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora