10

5.6K 192 33
                                    

Oxigeno

Estamos tan acostumbrados a la familiaridad que muy pocas veces aceptamos algo diferente

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Estamos tan acostumbrados a la familiaridad que muy pocas veces aceptamos algo diferente. Todo aquello que viene a remover nuestros esquemas y creencias de lo que sabemos conocer nos aterra. Por eso lo desconocido siempre nos va a resultar abrumador, sentiremos temor y una pisca de adrenalina porque no sabes con que te puedes encontrar.

Así me sentía últimamente.

Eran tantas cosas nuevas para mí que me tenían del cuello. Una tras otra y lo peor es que jamás te dicen que esto pasará porque muy en el fondo esperas que no te suceda y por lo mismo, omites pensar en ello y creo que está bien. No debemos imaginar que nos pasará lo peor, eso solo nos predispone, aunque también quisiera que alguien me lo hubiera advertido, sabiendo que eso no era posible.

Por eso heme aquí, dentro del baño mirando la pantalla de mi teléfono como si mi vida dependiera de ello.

En parte sí.

Al leer las notificaciones, corrí aquí y seguramente tuve más de una persona observándome por la forma repentina en la que me moví, no me importaba porque tenía que llegar antes de que mis piernas fallaran y no fuese capaz de dar un paso más. No existe un buen lugar para leer ese tipo de cosas, pero no iba a hacerlo en la entrada de un edificio y tampoco esperaría hasta llegar a casa, es un día largo y la impaciencia me gano.

Con manos temblorosas y resbaladizas por el sudor, lo desbloquee, intente dos veces porque mis dedos no están coordinando por los nervios, hasta que lo conseguí. Vi los dos correos mordiéndome el labio inferior debatiéndome en cual abrir primero, uno o dos, el de arriba o el de abajo.

A la mierda.

Pulsé para abrí el primero y leí el remitente con el nombre del consultorio en donde me atendió el ginecólogo. Leí mis datos rápidamente asegurándome de que fueran míos y me centré en ver la lista de enfermedades de un lado, el resultado se encontraba en otra columna y sólo hasta que leí el ultimo negativo solté un largo y pesado suspiro de alivio cerrando los ojos porque no había rastros de una infección o ETS.

Al instante siento como un peso menos desaparece de mis hombros, no hay nada.

Pego un brinco al momento que le dan un golpe a puerta, todo pasa demasiado rápido, mi teléfono sale disparado de mis manos haciendo que se deslizara por debajo de la puerta del cubículo, dejándolo fuera de mi vista. Me agacho enseguida abriendo la puerta al darme cuenta de que no está bloqueado y entro en pánico cuando la idea de que alguien podía ver aquello atravesó mi mente.

Salgo de rodillas gateando por el piso buscando mi teléfono para levantarlo, pero no había nada y mi vista se fue hacia un par de botas blancas picudas hasta el tobillo frente de mí. Subo la vista hacia dos piernas largas y bronceadas. Me quedo helada al ver de quien se trata y siento al instante como se me fue el color de la cara.

No me digas adiós [1]Where stories live. Discover now