2. Borracho de Angustia

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Ya había oscurecido cuando don Dio Brando entró a su mansión, haciendo girar las llaves de su auto en su dedo. Estaba de muy buen humor, incluso silbaba alegremente. Siempre lo ponía muy feliz fastidiar a Jotaro Joestar.

—¡Giorno!— llamó a su hijo —¡¿Por qué no metiste tu auto al garage?!

Porque uh la lá señor francés, don Dio Brando decía "garage" (en inglés) en vez de "garaje" o "cochera" como la gente normal.

O parqueadero.

—¡Giorno!— repitió

Era extraño que su hijo no le respondiera. Un poco contrariado, Dio subió las escaleras y se dirigió a la habitación de su hijo. Le alegró ver una rendija de luz asomándose por debajo de su puerta. Al menos sabía que Giorno estaba en casa.

Golpeó la puerta con los nudillos un par de veces, pero al no recibir respuesta, abrió un poco y se asomó.

Lo que vio fue a su hijo tumbado en la cama, dándole la espalda a la puerta, y emitiendo débiles sollozos ahogados.

Dio no lo pensó dos veces y entró, porque si algo le importaba a don Dio Brando era el bienestar de su retoño.

—Giogio— dijo, acercándose a la cama —¿Qué te pasa?

No recibió respuesta. Eso era bastante inusual. Giorno no era la clase de chicos que se hacía el rebelde. Dio se sentó en la cama junto a Giorno. Él estaba usando su bata de baño y su cabello dorado estaba algo húmedo, indicando que se había dado una ducha recientemente.

—Giogio...— repitió Dio, poniéndole su mano con uñas pintadas de negro en el hombro.

Giorno por fin giró un poco para mirarlo. Él tenía los ojos rojos por haber estado llorando, pero lo que realmente llamó la atención de Dio fue su labio inferior partido y algo hinchado.

—¿Qué pasó?— preguntó Dio, preocupado.

—Mista y yo peleamos— respondió Giorno con voz quebrada.

Dio apretó los puños. Si la sola mención de Mista bastaba para molestarlo, escuchar aquello lo puso furioso.

—¡¿Qué?! ¿Ese prieto te pegó? Lo voy a matar...

—¡No, no!— aclaró Giorno, incorporándose —Quiero decir que discutimos. Él no me hizo esto

Giorno tenía la bata abierta, y como debajo solo llevaba puestos unos boxers azules, Dio pudo ver que tenía varios moretones en su pecho pálido, y sus rodillas estaban raspadas. Giorno se cerró la bata disimuladamente.

—¿Y entonces?— preguntó Dio

—Pues discutimos porque le dije que nunca me escuchaba y...

—No, Giorno. ¿Cómo te hiciste esas heridas?

—Ahh... Jolyne Joestar.

Dio resopló. No era la primera vez que escuchaba aquello. Esa niña salvaje era exactamente igual que el bruto de su padre.

Me Quieres o Me Olvidas [JJBA]Where stories live. Discover now