Me Quieres o Me Olvidas [JJBA]

3. Tú No Estás Conmigo

*Suena el intro de Destilando Amor*

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Ya habían pasado 3 días desde que Nori se había marchado a quién sabe dónde. Y también 3 días en los que Jotaro se la había pasado borracho, y todavía con el traje de mariachi puesto.

El día que Polnareff lo sacó del bar, lo había llevado a su casa. No habían conversado mucho, ya que Jotaro no podía hablar con coherencia, pero sí lo había escuchado decir que necesitaba dejar de beber para esclarecer su mente, y que cuando tuviera un plan para encontrar a Nori, lo llamara.

Pero claro, a Jotaro no le importó. Cuando se le bajó un poco la borrachera, llamó a Squalo, el joven que trabajaba para él, para decirle que se hiciera cargo del acuario porque él no iba a ir por unos días. Luego salió de su casa solo para comprar más alcohol en el oxxo de la esquina, y después de eso... bueno, los recuerdos eran algo borrosos.

Este día, Jotaro tenía un nuevo momento de sobriedad. Una vez más, porque se le había acabado el alcohol. Demonios, cuando Nori volviera a casa, se iba a enojar por la cantidad de latas y botellas esparcidas por toda la alfombra de la sala.

Eso si volvía.

Jotaro se levantó de la alfombra y se sentó en el sofá, pasándose la mano por la cara. Levantó la vista, y sus ojos se fijaron en la foto del día de su boda.

Mierda, ese día él y Nori estaban tan felices. Después de todo lo que habían pasado para llegar a ese momento... Había sido glorioso poder decir que Nori era su esposo.

¿Cómo se habían arruinado las cosas de esa manera? Si le hubieran dicho al Jotaro de 17 años que había provocado que su esposo se fuera, probablemente no lo hubiera creído.

¿Acaso Nori se había ido a un hotel? ¿Siquiera seguía en la ciudad? Era imposible que se hubiera ido de la ciudad, ¿no? De ser así, era porque se había ido con sus padre, y Jotaro sabía que eso era muy improbable. Aunque si así fuera, estaba dispuesto a repetir lo que había pasado cuando tenían 17.

¿Pero y si estaba con Dio? No era capaz, ¿o sí?

Suspiró profundamente. No, Nori no era así. Tenía que dejar esos celos enfermizos de lado si quería recuperar a su esposo.

No podía simplemente haber desaparecido sin decirle a nadie. ¡Alguien tenía que saberlo! Caesar era su mejor amigo, seguro le había mentido cuando le dijo que no tenía ni idea.

Jotaro recogió su celular del piso y llamó a Caesar una vez más. A estas alturas, era un milagro que el rubio no hubiera bloqueado su número.

—¿Qué quieres, Jotaro?— le dijo una voz fastidiada del otro lado de la línea

—¡No me cuelgues!— exclamó Jotaro —Caesar por favor... Dime si sabes algo de Nori...

—No sé nada, ya te lo dije. Mira... Creo que deberías aceptar que tus actos tienen consecuencias. Dale tiempo, si él quiere volver, lo hará