XXXIV.

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Capítulo Treinta y Cuatro
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¿Había mencionado cuanto odiaba las alarmas? Porque sentía que no les había dedicado el odio suficiente

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¿Había mencionado cuanto odiaba las alarmas? Porque sentía que no les había dedicado el odio suficiente.

¿A quién en su sano juicio le gustaría despertarse a las 5 de la mañana? Se sentía un completo estúpido porque por primera vez en la semana tenía la oportunidad de dormir hasta tarde como siempre quería, pero no, a la estúpida de Rapunzel se le había ocurrido cumplir años y él iba a hornearle un maldito pastel.

No se haría responsable si la rubia de pronto se encontraba con una manzana.

—Llegas tarde —Gruñó Gar lanzándole el delantal en la cara y parpadeó confundido.

—¿Qué haces aquí?

—Nos despertamos a las 4. Ahora ponte a cocinar —Respondió Rachel.

—Pero el desayuno lo haría yo...

—¿Y correr el riesgo de que la mates dándole manzana? No dejaré que la mates en su propio cumpleaños, Todd.

—Ni siquiera quería cocinarle de todas formas —Bufo cruzando sus brazos.

—Ya está todo listo —Dick ingresó a la cocina con al menos 20 globos de helio en su mano y una caja repleta de serpentina en la otra—. ¿Necesitamos algo más?

—Vaya... —Jason soltó una fuerte carcajada—. El amor si que te he pegado duro, ¿no es así?

—No finjas que no la quieres y ponte a ordenar —Le lanzó la caja al pecho junto a los globos que enredo en su mano.

—¿Me viste cara de organizador?

—¿Me ves cara de que tienes otra opción?

Aunque Meave había dicho que no quería nada especial, Rachel había insistido en al menos organizar algo pequeño. Bueno...

Más o menos.

Querían darle una sorpresa y es por eso que había obligado a Gar a levantarse a las 4 de la mañana para ayudarla a preparar el desayuno, aunque tampoco es como que se haya quejado mucho en realidad. Gar sabía que sin él allí, probablemente su novia terminaría quemando todo el edificio.

Mientras tanto, Jason se sentía un verdadero idiota colgando las serpentinas con ayuda de Dick quién no dejaba de sonreír. ¿Quién rayos sonreía a las 5 de la mañana mientras tarareaba una canción?

Que puto asco.

No le importaba. Él debía planear el día perfecto. Meave jamás había mencionado que odiaba su cumpleaños, pero Dick tampoco había escuchado algún recuerdo bueno en sus relatos. De igual manera, sólo buscaba dejar buenos recuerdos en su memoria mientras pudiera.

Porque muy en el fondo, Dick sabía mejor que nadie que tarde o temprano las cosas a su alrededor terminarían de explotar.

Necesitaba protegerla. Necesitaba protegerla mientras pudiera.

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