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Capítulo Treinta
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Rachel mordió su labio inferior por inercia y comenzó a caminar de un lado a otro sintiendo el cosquilleo en la boca de su estómago

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Rachel mordió su labio inferior por inercia y comenzó a caminar de un lado a otro sintiendo el cosquilleo en la boca de su estómago. ¿Entrar o no entrar?

Había esperado más horas de las necesarias y ya era de madrugada. 5 días había sido demasiado tiempo lejos de quien consideraba su mejor amiga o incluso una hermana. ¿Será que debía arriesgarse y entrar aunque eso significaba traumarse de por vida si lo encontraban desnudos en aquella cama?

—Maldición, Gar. Deberías estar acompañándome aquí.

—¿Acompañándote en qué? —La interrumpió una segunda voz adormilada y alzó su rostro para encontrar a la rubia cubierta por una enorme camiseta tallando sus ojos por el sueño.

—¡Meave! —Saltó a sus brazos.

—Ou... —Soltó una gran carcajada cuando su cuerpo se desestabilizo debido al impacto y el dolor volvió a la parte baja de su vientre. Aun así no cayó.

—Te extrañé tanto...

—Yo también te extrañé, Rach.

—¿Te desperté? No quería despertarte. Deberías volver a dormir. No me molestaría esperarte un poco más.

—No me despertaste. Mi intención era levantarme y prepararles un desayuno sorpresa. Pero creo que me ganaste.

—Llegamos anoche en la madrugada. Jason dijo que no los molestáramos o veríamos algo que no queríamos ver.

—Jason es un chico muy listo —Asintió con un leve sonrojo en sus mejillas—. Anda. Haré el desayuno mientras me cuentas como estuvieron tus pequeñas vacaciones.

Meave observó cómo Rachel corría hacia la cocina y maldijo para sus adentros antes de seguirla con cuidado intentando no caer. Sus piernas seguían temblando con cada paso que daba y un dolor punzante subía por su vientre. Era casi un milagro que pudiera caminar. Dick incluso tenia el descaro de reírse cada que lo intentaba.

Por supuesto que lo habia lanzado a la otra esquina de la habitación cuando se atrevió a compararla con Bambi.

—¿Estas bien?

—Sí, sí —Sonrió—. Solo... Cocinemos de una vez.

El reloj marcaban las ocho de la mañana y Meave sabia que todos los hombres de la torre dormían. En cierta forma le agradaba. Estar con Rachel era lo más sencillo de la vida. Fue la primera en quien confió al llegar allí y la primera que secuestraria si decidiera huir de allí.

Podían pasar horas hablando de cualquier cosa y sus momentos favoritos eran molestar la una a la otra hasta hacerla sonrojar. Meave adoraba cómo los ojos brillaban cada vez que hablaba de Gar, porque cuando sus amigos eran felices, ella también era feliz.

Fenris In Titans ❥ TitansWhere stories live. Discover now