Capítulo 8: Antónimos

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Mi amistad con Calum no cambió. Continuamos haciendo las mismas cosas y no había ningún momento incómodo, él no se había alejado diciendo que yo era un marica o algo por el estilo. Me sentía infinitamente agradecido por eso ya que tenía demasiadas cosas que procesar como para sumarle la pérdida de mi mejor amigo.

Con quien sí cambió la relación fue con Luke. No por él, él seguía siendo igual de idiota, sino por mí. Estaba intentando reducir a la nada los momentos en que estaba con él. Cuando al rubio se le ocurría ir a la casa de Calum yo no iba, ya no lo invitaba a mi casa y no aceptaba cuando Luke me invitaba a la de él. Por esa razón dejó de hacerlo luego de un tiempo. Sin embargo tardó en darse cuenta de mi muy directa indirecta.

Los días pasaron y con ellos llegamos a nuestra graduación. No es una fiesta de la cual me sintiera muy feliz. Odiaba estudiar, pero no quería dejar de hacerlo. Calum se divirtió como nunca en la fiesta de graduación, que se dio en la casa de algún compañero de curso que yo no conocía demasiado bien.  Me aburrí bastante, ciertamente. Era de esas personas que la mayor parte del tiempo estaba entusiasmado por ir a una fiesta y luego, dentro de ella, se aburría como un hongo. Para colmo Luke estaba en la fiesta también y yo no quería compartir el espacio con el chico.

Estaba de vacaciones, por fin disfrutando de no tener que estudiar. Quería tener un año sabático y luego buscar algo que estudiar. Probablemente algo que tuviera que ver con programación en computadoras. No lo sabía a ciencia cierta, aunque tampoco me importaba. Tal vez ese verano debía buscar un trabajo para ayudar a mi madre, en ese caso tenia algunas semanas libres aún.

Como era común, mis padres habían discutido y mi madre había decidido ir a la casa de su hermana a pasar la tarde porque no quería estar en nuestra casa. Mi padre estaba trabajando. Pensé en llamar a Calum, o en ir a la casa de él, se me ocurrieron muchas ideas, pero al final me decanté por la mejor de todas: disfrutar de la soledad.

Estaba decidiendo qué película ver en internet cuando golpearon la puerta de mi casa. Fingí no escucharla por un momento, tal vez eran los Testigos de Jehová llevando la palabra de Dios a la puerta de mi casa y no era algo que quisiera soportar. Estuvo bastante rato sonando el timbre de mi casa, intenté no prestarle atención aunque terminó colmando mi paciencia y, blasfemando, me dirigí a la puerta. Si eran los Testigos de Jehová yo mismo les iba a enseñar a irse con él.

La abrí de un golpe, sin molestarme en mirar por la mirilla, preparado para soltar mi enojo frente a quien estuviera del otro lado. Sin embargo lo que vi del otro lado me asustó y volví a cerrarla con fuerza.

—¡Mike, abre la puta puerta!

—No.

—Vamos, no seas idiota, Mikey.

Mikey, dije internamente. Conté hasta diez, di  un suspiro molesto y volví a abrirla lentamente. Del otro lado, la sonrisa de Luke me hizo poner nervioso. ¿Por qué me estaba pasando eso? No era lo correcto.

—¿Vas a dejarme pasar?—pregunto, sin quitar sus sonrisa, pero volviéndola un poco más presuntuosa.

Negué con la cabeza. Luke resopló y, haciéndome a un lado con su mano, pasó dentro de mi casa. Revolví los ojos y decidí cerrar la puerta, cuando a Luke se le metía una idea en la cabeza, ya no había manera de quitarla. Si él quería estar dentro de mi casa, prácticamente todo el mundo sabía que él terminaría dentro de mi casa. Y, de hecho, terminó dentro de mi casa, muy a mi pesar.

Caminó hasta estar en el centro de la sala y me miró aun sonriendo. Quise partirle la boca de un puñetazo solo para que su sonrisa dejara de ser tan linda.

—¿Qué quieres, Luke?

—¿Por qué estás evitándome?—preguntó.

—No estoy ev...

—Sí—me interrumpió—, lo estás haciendo, todos lo sabemos. Hasta Obama lo sabe.

—Obama no nos conoce.

Luke giró los ojos en sus órbitas y comenzó a pasearse por la sala. Observé sus kilométricas y delgadas piernas, les tenía algo de envidia, siendo sincero. Me gustaban y a la vez las odiaba. El pequeño chico rubio, que no a esa altura había crecido tanto como yo y hasta me llevaba algunos centímetros, pareció aburrirse de caminar por mi casa y se detuvo frente a mí.

—Ahora dime porqué me estás evitando—insistió.

—No lo estoy haciendo, Luke.

—Mira—volvió a hablar, su sonrisa se había esfumado de sus finos labios-, no tienes que fingir que te caigo bien. Lo acepto, a mucha gente no le caigo bien. Si no quieres verme más el pelo simplemente dime que no me soportas y arreglamos este problema, pero no te comportes como si tuvieras cinco años, estamos grandes, Michael.

Estaba asustado. Todo en Luke era una contradicción. Me gustaban sus ojos celestes,  y a la vez los odiaba. Me gustaba su sonrisa, y a la vez la detestaba. Me gustaba su risa de idiota, pero me estresaba si se reía mucho. Me gustaba que pasara por alto las burlas de los demás, sin embargo me molestaba que no se defendiera. Me gustaba que estuviera en mi casa intentando hablar conmigo y a la vez era la cosa más repugnante que me había pasado en el día.

Luke me gustaba.

Y a la vez lo odiaba.

Lo odiaba porque me gustaba, y no tenía que gustarme. La simple idea de pensar eso me aterraba. Tampoco entendía cómo podía hacer las dos cosas al  mismo tiempo si eran tan opuestas. De cualquier forma debía decidirme por una.

Suspiré.

—No te soporto—solté de golpe, observando cualquier lugar que no fueran sus ojos.

Hubo un silencio lo suficientemente largo como para que se tornara insoportable. Hubiera querido chasquear los dedos y hacer que todo desapareciera. Era demasiado para lo que podía soportar. Demasiadas confusiones y contradicciones que me estaban volviendo loco. En un acto de pura valentía levanté los ojos y miré directamente a los del rubio parado frente a mí.

Luke me miraba callado, pestañeando sin ninguna expresión en su bonito rostro. Hizo el amago de hablar más de una vez, pero no lo hizo. Luego de tragar duro por quinta vez asintió con la cabeza y apartó sus ojos de los míos.

—De acuerdo—dijo finalmente en un tono de voz bajo y comenzó a caminar hacia la puerta—, felices vacaciones, Mike.

Giré la cabeza para ver cómo abría la puerta y lentamente atravesaba el umbral. La puerta se cerró suavemente y luego todo fue silencio.

La sensación de que todo estaba bien y a la vez todo estaba mal volvió a reinar dentro de mí. Estaba cansado de las contradicciones. Todo comenzaba a tener importancia y a la vez ya no me importaba nada.

—Luke—llamé incoherentemente, ya que hacía unos minutos él había abandonado mi casa.

Antes de darme cuenta me encontraba abriendo la puerta de mi casa con una fuerza irascible. No sabía que Luke estaba aún del otro lado, tomando el pestillo con una mano, por lo que el impulso lo llevó hacia adelante, haciendo que tastabillara. Su cuerpo chocó contra el mío, pero lo detuve de caerse al piso poniendo mis manos en sus hombros. Me miró con una mezcla de sorpresa y miedo. También otra cosa que no pude entender.

—¿Quieres...?—aún más líos en mi cabeza—¿Quieres mirar una película conmigo?

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Perdón por tardar tanto, tenía el modem roto y mi celular también se rompió :(

Gracias a @skinnyjeans-mike por la nueva portada! :) :)

-Abby


Never Underestimate A Blonde «Muke»Where stories live. Discover now