XXIV. Propuesta

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La empresaria se acercó a ella y la tomó de la cintura. Se fueron aproximando hasta fundirse en un beso. En el momento en el que Lena se disponía a tomar su labio inferior, Zeus relinchó. Las mujeres se separaron entre risas. El caballo avanzó unos pasos y pegó su hocico a la mano de la mujer Luthor, buscando atención; haciéndolas reír aún más.

—Zeus, chico, no te pongas celoso —Lena bromeó, acariciándolo—. ¿Quieres conocer a los demás? —la superhéroe asintió emocionada.

Dejaron al caballo en su box y avanzaron por el pasillo. Al lado de Zeus, se encontraba una bella yegua de color negro.

—Ella es Atenea —la CEO presentó—. Pero a diferencia de la mitología griega, mi Zeus no la devoró antes de que naciera para después despojarla de su cerebro —aclaró con gracia.

—Es muy bonita —la rubia dijo. El animal era muy elegante.

—Ella es mi chica —comentó orgullosa.

—Te diría que se parece a ti —se refirió a la elegancia que ambas portaban.

—Kara, ¿Me estás diciendo yegua? —se cruzó de brazos con diversión.

—¿¡Qué!? ¡No! ¡No! —Lena carcajeó y tomó su mano.

—Lo sé, boba. Estoy bromeando. Ven —abrió el pestillo de la puerta y se adentró en el box.

Atenea recibió bien a la invitada. La mujer Luthor se encargó de brindarle seguridad al animal para que pudiera confiar en la rubia.


Kara y Atenea lograron llevarse bien. Momentos después, la yegua se quedó en su lugar y las mujeres continuaron avanzando. Allí, la rubia conoció a los demás: Ares, un caballo  gateado rubio; Apolo, un caballo tordillo gris; y Artemisa, una castaña con una franja blanca en medio de su hocico.  

—Y estos son mis niños —Lena comentó, trabando el pestillo de la puerta de Artemisa—. Le has caído bien a Ares, él no es fácil de dominar —espetó con sorpresa.

—Me miraba mal —la pelinegra rio.

—Ares tiene carácter, solo se deja montar por mí. Ninguno más ha podido.

—¿Carl y Eric tampoco? —la súper frunció el ceño. 

—Tampoco. Solo yo —sonrió—. Pero contigo pareció mostrarse dócil. No perderá su carácter dominante, pero tal vez puedas manejarlo. ¿Alguna vez montaste a caballo? —la kryptoniana negó—. Vale, definitivamente no empezarás con él. Pero una vez aprendas bien, podrías probar. Si te parece, más tarde puedo enseñarte lo básico e intentar andar por aquí. Y mañana, si quieres, podemos recorrer el terreno —Kara se asustó ante ello—. Si no te sientes segura, vamos las dos con Atenea. No te preocupes —le dedicó una sonrisa segura.

—Bien, me parece perfecto entonces.


El día pasó de forma agradable para las mujeres. Tras visitar el establo, se organizaron en la cabaña y prepararon el almuerzo juntas. Lena le contó que tenía empleados que asistían a la cabaña una vez por mes, para dejar el lugar impecable. Dichos empleados habían sido los encargados de dejar las provisiones necesarias para el fin de semana. Kara había pensado que de eso se encargaban Harry y Amelia, pero la CEO fue clara: Jamás le daría un trabajo forzoso a la pareja de sesenta y siete años. Ellos solo asistían al establo para cuidar a los caballos (junto a sus hijos) y para comprobar un poco lo que los demás empleados hacían, entre otras cosas muy básicas.

Una vez el almuerzo estuvo listo, comieron amenamente. Disfrutaron de la compañía de la otra y hablaron sobre los caballos y el establo. Kara estaba fascinada con aquellos animales.

Pink Kryptonite - SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora