XV. Guardaespaldas

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—¿Esto? ¿Qué es «esto»? —La superheroína tragó saliva.

—No, no- —Tartamudeó—. No importa —Se alejó del agarre de su mejor amiga. Ésta bajó los brazos, incómoda.

—Está- está bien —Carraspeó—. Solo- solo quiero que sepas que no me perderás, jamás.

—¿Cómo puedes estar tan segura? —La voz de Kara se apagó.

La kryptoniana estaba convencida de que Lena no sentía nada por ella, solo un cariño amistoso. ¿Cómo una mujer tan grandiosa como Luthor podía enamorarse de ella? ¡Imposible! La CEO, según el pensamiento de la rubia, merecía algo mucho mejor; Una persona inteligente, elegante y capaz. Y Kara no se veía así.

—Porque eres lo más importante que tengo, Kara —Exclamó con seguridad—. Solo me alejaría de ti si tú me lo pides. Y lo haría con el dolor más profundo del mundo. Pero si me lo pides, lo haría.

—Nunca te pediría eso —Frunció el ceño. Jamás pensaría en alejarse de la mujer Luthor.

—Vale, entonces no hay nada que temer —Sonrió apenas.

Por dentro, la empresaria sentía terror. Si Kara descubría sus sentimientos, su amistad terminaría.

La rubia sonrió como respuesta.

—¿Quieres algo? —La superheroína preguntó, minutos después.

—No. Bueno, sí —Frunció el ceño—. ¿Sabes cuándo tu hermana me liberará de esta tortura? —Kara rio.

—Me dijo que en dos horas tendría tus resultados. Si todo está bien, podrás irte —La CEO suspiró aliviada—. Pero estarás en reposo todo el día —Ahora la mujer bufó.

—¿Qué? ¡Ni hablar! —Se quejó—. ¡Tengo muchas cosas que hacer! ¡Soy una mujer ocupada!

—Bueno, señorita ocupada, el día de hoy me encargaré de que usted haga reposo —Contestó con diversión.

Lena, quien tenía el ceño fruncido, relajó su expresión y sonrió sincera. Después de tantas horas de tensión, las mujeres volvían a tener esa conexión tan bella que las caracterizaba.

—Señorita Danvers, ¿Quiere que la haga tragar kryptonita para que me deje en paz? —Dijo arqueando sus cejas.

—Ni con diez kilos de kryptonita encima me alejaré de ti —Confesó Kara.

Aquella confesión desorbitó a la CEO. No supo que responder, se quedó aturdida.

—Lena, escúc- —La voz de Alex se apagó al ver la cercanía entre su hermana y amiga. Los corazones de ambas latían desbocados y sus ojos se encontraban clavados en la otra. Apenas oír a la castaña, desviaron la mirada con torpeza—. Lo siento —Se avergonzó.

—No es nada, Alex. ¿Qué sucede? —Lena habló con incomodidad.

—Solo venía a decirte que en un rato estarán los análisis —Miró a su hermana, quien estaba sonrojada—. Y a preguntarte si querías algo liviano para comer. ¿Tal vez un té? ¿Una fruta? Debe ser algo suave para cuidar tu estómago.

—Lo sé. Igualmente no tengo hambre. Tengo el estómago cerrado —Se asqueó de solo pensar en comida.

—Pero debes comer —La rubia habló—. Debes reponer energías, Lena.

—Pero no tengo hambre, Kara.

— ¡Tienes que comer! —Exclamó preocupada—. ¿Quieres que te traiga un té de Inglaterra? ¿Tal vez de China? ¿O deseas alguna comida de Italia? ¡En España tienen cosas ricas! ¡Oh! ¿Algo de Portug-

Pink Kryptonite - SupercorpDove le storie prendono vita. Scoprilo ora