Capítulo 8

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"Recuerdos"

Se acercaba el día de los corazones, Varian planeó diferentes prototipos hasta llegar al que creía adecuado, con el criterio de (T/N) se cambiaron algunas partes para que fuera más fácil de construir y el alquimista quedo complacido.

Juntaron los materiales y las herramientas necesarias y con ello pusieron manos a la obra. Era una máquina muy grande, (T/N) veía constantemente los planos y llegaba a preguntar a Varian dónde debía colocar aquel tubo o dónde se conectaban las palancas. No sólo se trataba de mecánica, pues combinarían componentes químicos que ayudarían a los reyes en tener de vuelta sus memorias.

Recuerdos, recuerdos, recuerdos.

Esa palabra daba vueltas en la mente de la chica, se seguía cuestionando si Varian mantenía todavía sus recuerdos. Quizá aquella Vara Saporiana de la Memoria (que una vez él le había contado) también lo perjudicó, pero descartó la idea porque si así hubiera sido habría olvidado quién era. Aun así quería comprobar.

—Oye, Varian— habló (T/N) dejando de martillar —¿Recuerdas cuando nos conocimos?

—¡Claro que lo recuerdo!— rio Varian quitando su careta para soldar —. Cierta niña me aventó manzanas solo porque atrape a un mapache hambriento.

Precisamente entró Rudiger a escena, cargaba en su lomo una pequeña mochila que contenía clavos, subió cuidadoso la escalera donde estaba (T/N), ella agarró unos cuantos y después lo acarició.

—¡Oh! ¡Oh! ¡Ya sé!— gritó emocionado el alquimista —¿Recuerdas la vez que te lleve de paseo a Corona?

—Sí que me diste un gran recorrido, hasta compramos dulces como merienda— sonreía (T/N) que no dejaba de acariciar a Rudiger —¡Casi vomitabas porque comiste demasiados!

A partir de ese momento Varian se avergonzaba de algunos actos del pasado, ahora que estaba enamorado de ella lo inundaba una ola pena, ¿Qué pensaba ella de todo eso? Pero también pasaron momentos lindos como la Noche de Estrellas, la ocasión en que la protegió de las rocas o la medicina que le brindó cuando arribó el invierno.

Entonces a Varian se le ocurrió una nueva pregunta, él también tenía dudas respecto a los sentimientos de (T/N), tal vez sus malas acciones le hicieron ver que era una persona malvada, que ahora la palabra que lo describía era oscuridad. Aquella carta, sucia y con partes rotas, seguía siendo su mayor tesoro, lo mantenía guardado en su escritorio y lo leía antes de dormir para soñar con ella.

—Oye, (T/N)— llamó, dejo de batir las sustancias que ocuparía para la máquina. 

—¿Qué ocurre, Varian?— preguntó la contraria, que buscaba unas tuercas que cayeron debajo de la mesa.

—Pues, bueno, no sé si lo recuerdes, pero...,— tragó saliva, agitado —¿Recuerdas cuando me besaste?

(T/N), exhaltada por la sorpresa, golpeó su cabeza contra la mesa, recogió las tuercas que le faltaban y trató de calmarse:

—Eh... Cla-claro— tartamudeó, trataba de decir algo convincente —. Lo hice porque te amo, bueno, amo lo que haces, podría decir que eres el amor de mi vida, pero no te amo, o sea sí pero no— (T/N) se avergonzó más, quería salir de ahí —¡Creo que tu papá me está llamando! ¡Adiós!— salió corriendo.

—¿Eso es un sí?— ladeó la cabeza, miró a Rudiger que también permanecía confundido —. Pues si lo recuerda significa que todavía siente algo por mí, ¿o tú qué crees Rudiger?

El mapache alzo sus patas como respuesta de estar completamente confundido.

(T/N) salió de la casa, quería gritar de emoción pero a la vez de arrepentimiento, dijo cosas sin sentido, casi fue una declaración, una declaración con balbuceos. Aún así, Varian guardaba en su corazón ese apreciado momento, por lo que tenía que estructurar un plan para que fuera su novio, y tal vez en un futuro, su esposo.

Se vale ilusionar. 

Cuando Las Luces Se Apaguen (Varian x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora