Capítulo 5

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Era noche, pasaban de las doce, la ciudad de Tokio, como siempre tan alumbrada al igual que el resto de las demás del país, sin embargo, toda esa luz no llegaba a una edificación grande, antes ese edificio de cincuenta pisos era usado como oficinas que al final se mudaron por circunstancias sanitarias y de baja seguridad, ahora a estado abandonada por más de veinte años, o al menos eso es lo que se pensaba. Dentro del lugar se escuchaba el sonido de golpes colisionando contra el cuerpo, gritos de furia y cansancio, y algunos disparos de armas pequeñas, y no era para dejarlo todo a la imaginación, en el piso veinte, un joven de 18 años, de cabello alborotado tono salmón, estatura normal para un adolescente de Japón y vestimenta oscura, trataba de abrirse paso a golpes entre algunos adultos bien vestidos, por lógica, aquellos sujetos tenían más experiencia y fuerza que el muchacho, por lo mismo, cuando se topaba con uno, le era más "fácil" apartarlo de un golpe o simplemente empujarlo, que a comparación cuando se le acercaban dos o más de dos tipos a detenerlo, teniendo que usar alguno que otro objeto que se pudiera encontrar entre tanta basura acumulada de oficina, como sillas, monitores, cpus y demás cosas, con el fin de tratar de llegar a las escaleras de emergencia para que le fuera más sencillo salir de ahí.

Estaba a nada de abrir la puerta, la cual estaba cerca de unos ventanales en los cuales se visualizaba otro edificio, de no ser porque un sujeto de gran complexión musculosa, llegó a embestirlo de un costado como jugador de americano, llegando a aventarlo hacía dichos ventanales rompiendo el cristal, logrando sujetarse a tiempo de la orilla, enterrandose algunos pedazos pequeños de vidrio en sus manos. Desde el espacio abierto donde se sujetaba, se asomó otro hombre, adulto de entre 40 o 50 años de edad, de complexión robusta, llevaba un traje elegante de color morado, junto a un gorro de copa alta del mismo color que la vestimenta, llevando en su mano un bastón.

-Pobre pequeño bastardo- hablaba aquél sujeto rechoncho con pena fingida, apenas tocando con la punta del bastón los dedos del muchacho -Solamente tenías que seguir tu vida como cualquier muchacho de tu edad, terminar la escuela, conseguirte una pareja para que dejarás de ser virgen, pero no, decidiste joderme el trabajo quitándome a tres de mis muchachas, teniéndome constantemente con los policías pisándome los talones y más a ese idiota de Hibiki, ¿y todo por qué? ¡porque quieres vengarte de que maté a tus padres!- al gritar la respuesta a su misma respuesta, apretó con la punta del bastón, tres de los dedos de su mano derecha, ocasionando que se soltará haciendo el doble de esfuerzo para evitar caerse sosteniendo todo su peso con una sola mano -¡He matado a los padres de muchos idiotas como tú y ni uno solo ha venido en busca de venganza!-.

Apretaba no con mucha fuerza el dedo meñique y anular de la única mano que sostenía al pelirosado, quién, trataba en volver a sostenerse con la otra mano, pero el dolor punzante que sentía a causa de los vidrios enterrados y de sus dedos lesionados, le impedía sostenerse con fuerza, viendo con impotencia e ira al gordo "encima" suyo.

-Por muy divertidos que hayan sido nuestros encuentros, esto se termina ahora- finalizó de hablar, levantando el bastón a la altura de su cabeza con la intención de bajarla con fuerza y posiblemente romperle los dedos al pelirosa, sin embargo, se detuvo al ver los ojos del muchacho.

El tono de sus ojos cambiaron de su color esmeralda natural a un tono amarillo brilloso, cómo dorado o ámbar, sus pupilas se llegaron a rasgar asemejando a las de los reptiles. Dejando de lado ese fenómeno biológico, en sus ojos podría apreciar la sed de venganza, las ansias de hacer correr sangre, en especifico, su sangre, la ira y la frustración, se podrían apreciar tan solo con apreciar aquellos ojos, estuvo varios segundos hasta que una figura femenina apareció a un lado suyo, haciendo resaltar sus orbes color avellana con pupilas felinas, que brillaban en la oscuridad.

-~Fu fu fu~ es una pena desperdiciar a un joven tan apuesto y atractivo- se escuchó la voz de la femenina, la cual usaba un tono coqueto y seductor ante el oído masculino -Pero interfieres en nuestros negocios-.

Natsu Dragneel-Kun 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora