Capítulo 9

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Al igual como las manecillas del reloj avanzan sin detenerse a menos que la batería haya llegado a su fin. Los días transcurrían para nuestro trío de protagonistas momentáneos. Y tal y como había planeado Natsu al teñirse el cabello a un tono oscuro, podía hacer muchas más actividades de las que hacía al estar encerrado en la pequeña cabaña. Y En el momento en el que su cuerpo se había recuperado por completo, comenzó con la búsqueda de algún trabajo que le pudieran dar algo de sustento económico, y no le tomó demasiado tiempo el encontrarlo cuando le dijeron de un cupo vacío en el pequeño súper mercado del pueblo, y al día siguiente después de que le hicieron la entrevista, había iniciado con su jornada laboral, y a pesar de que no era una paga excepcional pero tampoco era tan mala, para él le era suficiente para poder dárselo a las chicas, cómo en forma de compensa de que por culpa suya se volteó por completo de cabeza sus vidas luego de haberlo salvado, literalmente, de la muerte.

El día de hoy, en ese brillante y azulado día, el viento golpeaba con gentileza el verdoso pastizal que rodeaba a las pocas casas que había alrededor a unos cuantos kilómetros del pequeño poblado, manteniéndose a un lado del camino de tierra que había en medio. Algunos de los tranquilos paisanos salían de sus hogares, ya sea a apreciar el magnífico día que les esperaba, o en el caso de otros, subirse a sus automóviles u otro transportes prácticos, como las bicicletas, para encaminarse en dirección al pueblo ya sea para comprar o para cumplir con sus horarios laborales.

En el caso de cierta casa que es de las más alejadas del resto y la más pegada al extenso y verdoso bosque, precisamente tranquilidad y silencio no había en el interior de la residencia. Una cantidad de gemidos y gritos de placer femeninos, resonaban por las paredes de la pequeña residencia pero con menor intensidad, a diferencia de la principal y única habitación del lugar, que era donde más se escuchaba, más que nada porque todo eso provenía del interior del baño, el cual en la misma habitación, separado por una puerta y una pared.

Mientras tanto, una peliverde, ojerosa y ligeramente sonrojada, se encontraba, o más bien trababa de desayunar de forma tranquila, pero cómo iba a poder teniendo los gemidos de su mejor amiga resonando en su cabeza y por la casa. Habían estado así toda la semana desde que los descubrió en la madrugada en el momento en el que iniciaron aquella extraña relación entre ellos.

Y de golpe, los gemidos habían cesado, confundiendo a Bisca, porque, regularme no acababan así tan rápido, siempre era hasta que alguno de los dos llegara a su clímax, y conocía los gritos que hacían cuando tenían un orgasmo...

-¡¿Por que mierda sé todo eso!?- gritó a los cuatro vientos desesperada agarrando sus mechones.

-¿Está todo en orden Bisca?- de la habitación, salió disparado Natsu, teniendo solamente una toalla enredada en la cintura, con su cabello oscuro aún empapado. Por su expresión parecía apurado y preocupado.

Y en cuestión de segundos, el rostro de la peliverde había pasado por todos los tonos de rojos que el humano tenía conocimiento. A pesar de que su parte íntima estaba siendo cubierta por la toalla, el resto estaba al aire libre, y pese a que ya había visto un centenar de veces el cuerpo de Natsu en esos par de meses que había convivido con él, aún no se acostumbraba, los únicos cuerpos que había llegado a ver son los de su hermano y su papá, pero de ahí en adelante, nada más, de hecho, ni siquiera a tenido novio en toda su vida.

-¡¿Qué demonios haces sin ropa pervertido!?- y como reacción natural, Bisca cerró sus ojos con fuerza, lanzándole algunas cosas que tenía cerca.

-¿De que estás hablando? Tu fuiste la que gritaste y me preocupé- respondió justificándose Natsu y usando sus brazos como escudos para evitar que alguna de las cosas que le lanzaba Bisca le diera en el rostro.

Natsu Dragneel-Kun 2Where stories live. Discover now