Dilo con flores •All Couples•

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Steve era un gran florista. Amaba cada tipo de flores y lo bellísimo de sus significados. Por eso, amaba tanto San Valentín.

Una fecha llena de amor y felicidad pero no para todos esos corazones con incertidumbres, penas y desamores que a veces necesitaban un pequeño empujón.

Hasta esos días Rogers podía entender muchos sentimientos pero el amor entre pareja era un tema que desconocía. A veces se reprendió por no haber tenido experiencia en sus años como estudiante.

Así podría entender mejor a sus clientes.

Estaba por terminar un pedido bastante sencillo pero lindo a pesar de su pequeño tamaño.

—Son unos lindos crisantemos, Capi. —halago Peter llegando por la puerta trasera.

Steve se acercó a su ayudante tomando las cajas con flores que traía para dejarlas sobre la mesa de decoración.

—¿Tú lo crees? Es para la señora Smith, al parecer a su esposo le gustaban este tipo de flores. El color blanco es divino. —sonrió.

Peter asintió.

Ambos seguían en sus trabajos designados cuándo escucharon la campana encima de la puerta sonar.

Una linda joven de cabellos castaños entró. Miraba tímidamente las flores, parecía indecisa.

Steve sonrió acercándose a ella.

—Hola, soy Steve. —se presentó brevemente. — ¿Necesitas ayuda con algo?

La joven asintió.

—Hola, me llamo Wanda, suelo pasar por aquí y quería saber si...—pareció juguetear un poco con las mangas de su suéter.— ¿Podrías hacerme un ramo con rosas?

Steve accedió para después ofrecerle asiento enfrente del mostrador.

Solía armar los arreglos enfrente de sus clientes. Así podía hacer una conexión con ellos y saber un poco de sus historias.

—¿Es para tu pareja?—preguntó tratando de iniciar una conversación.

La menor negó.

—No... mi profesora.

Steve se sorprendió un poco mientras sacaba un listón color aperlado. Las rosas eran una buena opción pero no para la historia que estaba por contar la joven.

—Ya veo, supongo que llevaban una buena relación fuera de la escuela.

—Admiro demasiado su trabajo. —respondió tímidamente. — Solo eso.

Steve sonrió, la ternura que demostraba la chica era tanta que sospechaba sobre aquella admiración que tenía por su profesora.

—Las orquídeas son un signo de elegancia, belleza y lujuria. —empezó a explicar mientras tomaba media docena de dichas flores con un par de alcatraces para adornar la sutileza de la orquídea. — Pero, también son regaladas para expresar admiración y un inmenso aprecio...

Enrollo los tallos de las flores con el listón que había cortado mimitos antes para así formar el ramo.

—Un arreglo que puede confesar un amor gracias a la admiración y gran atractivo de la persona. —terminó entregando el ramo en las manos de la menor. —Tendrás suerte, solo se segura de ti misma y tal vez, su respuesta te pueda sorprender.

Wanda se sintió agradecida por las palabras. Sonrió al ver las orquídeas en tonalidades corales.

—A Natasha le gustarán.

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