capítulo 10

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Christopher no estaba teniendo su mejor día, al llegar a casa se dio una ducha para quitarse el sudor del cuerpo y se encerró en su habitación evitando cualquier tipo de contacto con el mundo exterior. No merecía la pena seguir llorando, había aceptado la derrota.

Cuando su teléfono sonó y el nombre de Brooke se iluminó en la pantalla no estaba seguro de querer deslizar su dedo por esta para coger la llamada y escuchar su voz.

—¿Si?— contestó después del tercer toque.

—¡Chris, que alegría escucharte!— chilló emocionada, él alejó el teléfono de la oreja al sentir el grito con demasiada intensidad.

—¿A que se debe tu emoción? Nos hemos visto hace tan sólo horas... —murmuró, más confuso que nunca. Le agradaba escucharla decir eso pero no entendía demasiado su emoción.

—Nuestra emoción, querrás decir —lo corrigió—. No me vas a creer pero... He estado hablando con mi padre de camino a casa y lo convencí para que te uniera a un equipo de fútbol, la liga no merece perderse a un gran futbolista como lo eres tú.

—¿Qué has hecho que?— preguntó anonadado, Christopher no recordaba cuando había sido la última vez que alguien se había preocupado por él y por su futuro de esta forma—. Dios mío, Brooke... No tengo ni la menor idea de cómo voy a agradecerte todo lo que haces por mi.

—Todavía no he terminado... Resulta que el equipo del que formas parte a partir de ahora es el equipo de Brandon.

—Mejor eso que nada —respondió soltando un suspiro, no iba a ser desagradecido.

—En eso tienes razón.

—Oye... ¿Podemos vernos? Siento que necesito comerte la cara a besos.

Brooke rió con ganas, su risa caló en los huesos del ecuatoriano y una sonrisa tonta se dibujó de inmediato en sus labios.

—No, Vélez, no podemos... No sabría que explicación darle a mi padre si salgo a estas horas —respondió divertida.

—Bien, entonces mañana... Solo piénsalo: tu, yo y una cita.

—Suena a planazo.

—¿Entonces dices que si?

—Si, bobo, es obvio que digo que si —le hizo saber entre risas—. Ya estoy deseando que llegue el día de mañana.

—Yo también, Brooke — confesó—. Y muchas gracias...

—No tienes que agradecerme por esto, lo hago por voluntad propia —aclaró, sonriente—. Hasta mañana, no me vayas a dejar plantada.

—Ni loco haría eso —se quejó—. Hasta mañana...

La llamada terminó pero ambos quedaron con una sonrisa en los labios y con la felicidad en el cuerpo por lo que quedaba de día.

No sabían que les tendría preparado el día de mañana pero aún así estaban ansiosos para que llegara el momento de verse. Christopher tenía muy claro que iba a besarla hasta se le cansaran los labios, como aquella noche... Oh, aquella noche, quizá mañana no le echaría la culpa al alcohol porque no tenía pensado emborracharse.

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