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—Déjate de bromas, Choi Soobin —se quejó Yeonjun al escuchar las pesadas palabras de su hermano.
Soobin se encontraba metiendo diversos libros de géneros variados en su mochila y terminando de arreglar su corbata color marrón al igual que su uniforme de trabajo.
—No estoy demente, solo quiero hacer horas extra para poder ganar más de sueldo. No tengo nada que hacer en esta semana, así que gastaré mi tiempo de una manera productiva, además que hago lo que me gusta —se defendió encogiéndose de hombros.
—De verdad que si no fueras mi mejor amigo ya te hubiera golpeado, realmente me llegas a desesperar —Soobin sonrió de manera burlona—. Mira, solo nos queda una maldita semana para entrar a la universidad, ayer estuviste semi-ebrio y ahora quieres ir a la biblioteca a trabajar horas extra. Soobin, podemos usar la semana para ir con los chicos a jugar videojuegos o podríamos ir a ganar dinero en las carreras de motocicleta, no necesariamente puedes ganar dinero yendo a ese lugar para abuelas.
—Sí como digas, regresaré temprano para acompañarlos a donde sea que vayan —Yeonjun negó y tomó las llaves de su auto—. ¿A dónde vas?
—Voy contigo a la biblioteca —Soobin enarcó una ceja—. ¿Qué? No tengo nada que hacer aquí y los chicos apenas han de estar recuperándose de la resaca, no estoy para cuidarles, además que de paso me puedo quedar dormido mientras me oculto bajo uno de esos libros de mil páginas, o puedo esperar al rarito para molestarlo.
—No vas a dormirte en la biblioteca o vas a molestar a Sunghoon porque él está de vacaciones, si vas será a ayudarme —Yeonjun rodó los ojos.
—Vamos, el rarito es divertido y hace tiempo que no le molesto —Soobin frunció el ceño y le dio un leve golpe en el hombro—. Bien, bien, iré a ayudarte.
No tardaron más de un minuto, y el par de jóvenes caminaron hacia la biblioteca de su vecindario la cual no estaba más que a cuatro cuadras de su hogar.
Soobin desde pequeño había sido un chico trabajador, le gusta hacer lo que quiere y obtener cosas a cambio. El castaño amaba por igual salir con sus amigos y divertirse con ellos, o igual ganar dinero en aquellas famosas carreras de motocicletas que hacían a media noche. Pero a pesar de ello, Soobin había sido criado como un hombre el cual debía hacer las cosas de manera correcta, ganar sus derechos con esfuerzo para que su vida sea sana. Su madre le enseñó aquello y demás cosas, le decía cómo portarse, como tratar a las personas, el ser respetuoso y ser digno de ser llamado ser humano. Enseñanzas que Soobin nunca olvidaría porque a pesar de que su madre ya no se encontraba a su lado, aquella mujer, sus diversas enseñanzas y sentimientos hacia él, nunca se iban de su cabeza.
Soobin había empezado a trabajar en la biblioteca dos años atrás. Después de estar meses rogándole a la directora, esta le había dejado ser parte del personal. Empezó como conserje del lugar, luego había sido ascendido a encargado del orden en las cientas estanterías de la gran biblioteca, hasta que recientemente había sido ascendido como gerente de la biblioteca.
