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Beomgyu respiró profundo y agitó sus manos, mirándose en el espejo del pasillo principal y acomodando su traje oscuro junto con su corbata.
Estaba nervioso. No, estaba ansioso.
En esos días, Soobin no le había dirigido la mirada, y lo entendía. Beomgyu se había enojado con él y le había dejado allí solo, pero creía comprender el porqué de la obsesión del mayor con su hermano y él, pero Beomgyu también sabía que Soobin no tenía por qué ignorarle lo que restaba de la semana ya que serían pareja de baile y sería incómodo si le siguiera ignorado o si le dejara plantado.
¿Y si lo dejaba plantado?
Beomgyu se puso histérico, ¿Qué pasaría si Soobin de verdad ya ni siquiera quería estar con él, si no quería bailar con él o verle a los ojos?
Beomgyu se sentiría la peor persona del planeta.
—Te ves bien —dijo el padre de Beomgyu acercándose a su hijo ya listo—. ¿Seguro que no quieres ir conmigo, qué pasa si el chico no viene por ti?
—Él vendrá, lo sé —respondió tratando de convencerse a sí mismo.
¿Lo haría?
—Está bien hijo, entonces yo me voy. No vemos en la universidad —respondió su padre acercándose a su hijo y depositando un beso sobre su frente—. Si no viene por ti en media hora, entonces me llamas y mandaré a alguien que venga por ti, y también a alguien para darle a ese Soobin su merecido —Beomgyu rió y negó.
—No será necesario. Lo haré padre, te llamaré si no viene —el hombre asintió y se dio la vuelta para salir de casa.
Beomgyu se quedó mirando la puerta de madera por unos segundos, mordiendo su labio y mirando su celular. ¿Debería llamarlo? Se preguntaba sin saber qué hacer. Se sentó en uno de los sofás de cuero y apoyó su cabeza en el respaldo, respirando hondo. Cerró sus ojos y se acurrucó en el sofá.
Solo quedaba esperar.
Y así lo hizo, pasaron veinte minutos, media hora y cuarenta minutos después. Cuarenta minutos y Soobin no llegó, nunca llegó.
Beomgyu miró el reloj y sonrió falsamente.
—Solo faltan diez minutos para la coronación y el último baile de la noche —rió secamente—. Así que él no quería verme de verdad...
Su celular sonó y miró la pantalla, era su padre.
Se levantó y se estiró a punto de tomar su celular y apretar "Contestar" pero justo en ese momento el timbre empezó a sonar con desesperación asustando a Beomgyu y haciéndole saltar en su lugar.
Beomgyu apretó el botón de contestar y pegó su celular a su odio mientras caminaba hacia la puerta principal.
—¿Qué ha pasado Beomgyu? No ha ido por ti, ¿Verdad? O es que te has escapado, Beomgyu —la voz del hombre se escuchaba enojada y cansada.
