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Sus miradas se conectaron a lo lejos.
Beomgyu acomodaba la mesa, colocando plato por plato. Soobin sentado en las escaleras de madera, "observando" su celular, mirando a Beomgyu a lo lejos y mordiendo el interior de su mejilla. Beomgyu le dedicó una corta sonrisa y se volteó para contestar a la voz de Yeonjun que le llamaba constantemente.
—¿Me acompañas? Saldré a comprar algunas gelatinas y medicinas con Taehyun para Hueningkai, está enfermo —Beomgyu se centró en su voz y asintió, murmurando una dulce afirmación—. Genial —respondió tomando el rostro de Beomgyu y depositando un casto beso sobre sus labios—. Te veo en el auto, Beommie.
Y se fue. Soobin se levantó de las escaleras y volvió a su habitación sin devolver la mirada a Beomgyu. Beomgyu solo mordió su labio y tomó su suéter colgado del perchero para salir del lugar.
—Mierda —gruñó Soobin sentándose en la orilla de su cama.
Todo está tan jodido. Pensó.
Sí que lo estaba.
Debieron parar, debieron haber dejado claro las cosas, lo que pasaría después de aquello, después de que se habían perdido en un dulce mundo de fantasía creado por sus propios labios, sus labios dulces y suaves.
Soobin hubiera deseado que su cabeza hubiera estado clara, que le dijera que estaba mal, que se detuviera.
Pero no lo hizo, en ningún momento.
En cambio lo había dejado pasar, solo disfrutaba y anhelaba más y más de Beomgyu, de aquel Choi Beomgyu sentado en su regazo, con sus manos sobre sus mejillas y chupando sus labios, jadeando e impidiéndole tomar un poco de aire.
Pero también fue culpa de Soobin, sí. Soobin acariciaba toda su piel a su paso, sus manos recorrían debajo de su camiseta de pijama, delineaba sus caderas y su estrecha cintura. Tan suave, sedosa. El calor subiendo por su cuerpo, inundándole a él y al chico sobre su cintura. Sus labios habían ido a parar al cuello de Beomgyu, saboreando su piel y dejando besos húmedos por la línea de su barbilla hasta su clavícula.
—Soobin... —Beomgyu le había llamado en su oído, seguido de una temblorosa respiración. Bajando sus manos hasta la camisa de Soobin e intentando desabrochar los botones con sus dedos temblorosos.
Todo era tan bueno.
Pero una puerta cerrándose se escuchó resonar por el pasillo.
Beomgyu miró a Soobin a los ojos y éste tardó en reaccionar. Tomó a Beomgyu de la cintura y lo apartó de su regazo, sentándolo a un lado de él y empezando a acomodar su camisa.
—Soob-
—Lo mejor es que te vayas, Gyu —el menor bajó la mirada observando las manos de Soobin abrocharse el par de botones que había logrado desabrochar en un principio, y luego volvió a mirarle a los ojos—. No debiste venir. Regresa a tu habitación, puede que Yeonjun te esté buscando.
