23. Una simple casualidad

2.8K 302 167
                                    

El ambiente se sentía incómodo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El ambiente se sentía incómodo.

Por una extraña razón no encontraba ni una sola palabra que me ayudara en este momento. Es como si quisiera insultarlo, pero él tampoco me daba motivos para hacerlo, lo cual generaba una imposible conversación entre los dos.

Danniel se encuentra frente a mí de brazos cruzados, su cabello esta despeinado y su rostro se muestra cansancio, es como si hubiera pasado toda una noche sin dormir, mientras que su mirada está en las personas que pasan a nuestro alrededor. De vez en cuando tiende a mirarme, pero tampoco hace un intento por entablar una conversación.

En fin, esto es muy incómodo como para quedarme aquí sentada observando cada uno de sus movimientos. Agarro mi escaso café y la dona —que de seguro tendré que botar— para ponerme de pie y largarme de aquí, pero una carcajada de su parte me hace darle mi atención.

Lo miro enarcando una ceja y enseguida sus ojos conectan con los míos.

—Es extraño, ¿no? —cuestiona sin borrar esa sonrisa de sus labios. Lo observo incrédula, sin comprender a que se refiere, él parece notar mi desconcierto—. Que estemos aquí y tú no me estés insultando.

—Más extraño es que tú no me estés molestando —digo, volviendo a tomar asiento.

Él ríe ante mi comentario—. Tienes los ojos rojos, ¿estás bien? —pregunta tomándome por sorpresa.

—Tuve una mala noche, es todo —respondo con rapidez.

—Pareceré un idiota, pero sé que eso no fue una mala noche. Además tu nariz te delata, también esta roja.

Inconscientemente bajo mis ojos, intentando ver el reflejo de mi nariz, pero fallo en el intento.

—Sucede que los hospitales me traen malos recuerdos.

—Supongo que no vas a querer darme los motivos —vuelve a insistir.

—No, no quiero volver a involucrarme contigo, menos con asuntos personales.

—Es irónico. Ayer me dijiste que nada nos volvería a involucrar y mira donde estamos —comenta, fingiendo desinterés.

—¿Qué insinúas con eso?

—Un simple hecho.

—Que tú y yo nos hayamos topado en este hospital es una simple casualidad, nada más —aseguro con convicción—. Además, aún no me has dicho por qué estas acá.

—Resulta que no suelo contar mi vida como si fuese un cuento.

—Créeme, yo tampoco solía hacerlo, pero cierta persona me obligo en un momento. Así que para que estemos a mano tendrás que decirme.

Me da una mirada escéptica.

—¿Enserio te interesa saberlo?

—Claro que sí, idiota, de lo contrario no te estaría preguntando.

Fingiendo ser una de ellos [Completa] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora