12. Recuerdos

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Si de suerte se tratase la vida, pues entonces yo estaba destinada a la mala parte de ella

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Si de suerte se tratase la vida, pues entonces yo estaba destinada a la mala parte de ella. Después de la visita de Claire mi cerebro quedó con más preocupaciones de las que ya tenía, y los ejercicios no eran de gran ayuda para mi concentración, puesto que ya me habían llamado la atención más de tres veces, una vez más y me ganaba las cincuenta flexiones de brazos después de clase.

Ah, y sin mencionar al idiota que tenía de compañero. Eso lo hacía aun peor.

—No puedo creer que me haya tocado contigo —comenté al aire, mientras le lanzaba el balón y para mi fortuna, este llegó directo a sus manos.

Danniel detuvo sus pasos y me observó serio.

—Corrección, niña —hablo acercándose—, no te ha tocado conmigo, yo te elegí. Entre el desgraciado de Milson y tu —me señaló, volviendo a lanzarme el balón—, prefiero quedarme con la niña problemas que no deja de quejarse.

—Y yo prefiero al desgraciado antes que el obstinado, idiota y abusivo.

—¿Te das cuenta que todo lo que dices apunta a la misma persona? —Cuestionó mirando a William—. Ninguno de los dos quería estar con él, así que solo nos hacemos un favor —agregó, haciendo una mueca de conformidad.

—Me refería a ti —corregí frunciendo el ceño.

Me observó minucioso por unos segundos, e inesperadamente se echó a reír abiertamente— ¿Te gusta?

—¿Qué?

—El desgraciado de Milson, ¿te gusta? —volvió a preguntar.

Involuntariamente lleve mis ojos en dirección al rubio, quien estaba muy concentrado en sus ejercicios sin hacer reparos de ninguna persona. Al ver su torso desnudo y lo marcado que se encontraba, me sonroje. Sacudí mi cabeza y volví a centrarme en el chico que tenía frente a mis ojos.

—No es tu asunto —respondí tajante.

—Eso fue un si —afirmó sin mucho interés—. Déjame darte un consejo; te volverás interesante para él, si eres interesante para mí, y eso implica que descubra tu secreto. Así que ya puedes ir olvidándote de él. Ese imbécil lo único que quiere es competir conmigo, pero yo no le daré el gusto.

Lo observé boquiabierta. No podía creer lo idiota que podía llegar a ser. Le lance el balón molesta, el cual fue a impactar en su brazo.

—Eres un grosero arrogante —le solté molesta acercándome más a él, pero ni siquiera se inmutó—. Te das demasiada importancia.

—Intento decirte que no vale la pena. Eres terca, pero también quiero creer que eres inteligente como para darte cuenta que lo único que conseguirás, es formar parte de su juego —avisó—. Pero ese es tu problema.

—Bien. Gracias por el dato.

—De nada —comentó esbozando una sonrisa conforme.

—¡Bien, por hoy es suficiente! —La voz del profesor Carter nos hizo ignorar la conversación para luego, darle atención a él—. Quiero a dos voluntarios para capitanes. Hoy jugaremos fútbol.

Fingiendo ser una de ellos [Completa] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora