Capítulo 15

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Narra Helios


Estaba metido en un problemón bastante jodido. 

No solo había hecho que mi hermana, mi mejor amiga, mi compañera... me termine de odiar, si no que ahora medio país pensaba que yo era un farsante y un aprovechador.

¡Y joder! Recién era mi último año del colegio.

Me esperaba un infierno si no le buscaba una solución al asunto ¡Pero ya!

-Carolina ¿Has escuchado eso?- hablé al teléfono- ¡Estamos jodidos!

Mi corazón amenazaba con salir de mi cuerpo y dejarme ahí, muerto con toda la situación y lleno de desesperación.

-Lo vi todo, tu hermanita no perdió el tiempo, y me llega todo el poder mediático que tiene- suspiró amargada al otro lado de la línea- Felipe me acaba de dejar, dice que no puede seguir manteniendo una farsa y que sigue amando a tu hermana ¡Es un masoquista! La buena noticia es que mi familia me abrió las puertas de nuevo.

-¿Y eso que tiene de bueno?

Estaba indignado, su familia la había tratado de la mierda y ella hablaba como si nada de ellos.

-Que al fin puedo estar tranquila nuevamente, el papá de Felipe prometió sacarme toda la mierda de encima a cambio de que deje a su hijo, pero ya viste que el tonto este me lo puso mas fácil aún.

Sentía que hablaba con un monstruo.

-O sea, ¿Qué no vas a luchar por tu hija?

-Nuestra hija, Helios...- suspiró tranquila- Y no, no lo haré, técnicamente está con su familia, además si yo llego con la mocosa en brazos mi familia me rechazaría de nuevo como cuando quedé embarazada, y eso sería retroceder... lo cual no haré.

Negué en silencio la cabeza y tiré un puñetazo a la pared.

-Está bien, Carolina- fue lo único que dije- Adiós.

Colgué.

Joder, esa chica no tenía corazón.

Caminé a lo largo del mini departamento que justamente un día atrás mi madre me había entregado para empezar con mi independencia.

Me sentía fatal.

Ahogado y jodido.

¿Lo peor de todo es que yo mismo me había metido en este lío, y yo mismo tenía que salir.

Cueste lo que cueste.


Narra Carolina


Era consciente que había sido una perra sin consideración con los Onassis, sin embargo mi remordimiento era mínimo, es más, hasta satisfacción había empezado a sentir.

Y siendo sincera, me asustaba un poco sentirme así.

Era común en mi ser mala, sin embargo había llegado demasiado lejos con personas que siempre se habían portado muy bien conmigo y que nunca fueron conscientes de las maldades que les hacía hasta que ellos quisieron, porque por más que la gente hablase mal de mi... Selene nunca les creyó hasta que lo comprobó por ella misma, porque así era ella, tenía confianza en las personas, y yo me había aprovechado de eso durante toda su vida.

Cuando colgué la llamada con Apolo sentí que me saqué un peso de encima.

Me sentía mal por el hecho de no querer a mi propia hija, sin embargo sabía que era lo mejor. Selene era una chica excelente de todas las formas, y además su tía... estaría mucho mejor que conmigo y mi familia.

-Caro... mamá dice que bajes a comer.

Mi hermanito menor se asomó ligeramente por la puerta de mi habitación.

-Está bien, ya voy enano- le sonreí y el se fue contento.

Joder, le hubiera hecho mucha ilusión ser tío. Quizá algún día pueda conocer a Mabel.

Bajé a comer con mi madre y mis dos hermanos que seguían viendo las noticias de farándula.

-Tremendo espectáculo que armó esa chica Onassis ¿No crees Carolina?

Mi hermana mayor, que técnicamente me había criado y que siempre que podía me corregía o sermoneaba, habló.

-Si lo vi, Kaori... no es necesario que me lo repitas.

La miré parca y ayudé a poner la mesa.

-No pensarás traer a esa mocosa a la casa ¿Verdad?

Mamá me miraba con cierta cólera.

-No, mamá- respondí mientras dejaba el vaso de jugo sobre la mesa- se quedará con Selene.

-Así es mucho mejor, esa chica literalmente se pudre en plata, ella se puede quedar con esa criatura sin ningún problema.

-Ya lo sé mamá.

-Y menos mal que te separaste de ese chico Felipe porque...

No escuché más, porque ya me había escuchado todo ese discurso desde la noche anterior, y sinceramente ya sabía lo que me iba a decir, no tenía ánimos de prestarle atención a algo que ya me sabía.

Decidí no hacer más escándalos, por más que ya habían pasado más de veinticuatro horas desde que salió Selene a sacar todos los trapitos sucios, decidí desaparecer.

Como cobarde.

Pero lo creía necesario para mi tranquilidad.

Quizá y ya era hora de dejar de ser una perra.







Eres tú, mi serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora