Capítulo 8

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Narra Selene


Nada.

Nada.

Y nada.

Eso fue lo que hice con Enrique esa noche, absolutamente nada. Bueno, no debía quejarme de los buenos besos que nos dimos ¡Pero nada más! Fue completamente desesperante.

Él me miraba desde la cocina con esa sonrisa pícara y torcida mientras que yo le daba de comer a mi hija en el sillón, la tensión sexual era palpable a kilómetros y el hombre causante de revolotear todas mis hormonas sólo atinaba a provocarme con cada segundo que pasaba.

-Si sigues mirándome así, estoy segura que te violaré- dije yo, levantándome del sillón con todo he hija en brazos y aún comiendo, dirigiéndome a él- y créeme, que será la mejor violada de toda tu vida.

Soltó una carcajada sonora.

-Menos mal Benny tiene que hacer la compra...podríamos aprovechar ¿No crees?

-Algo así dijiste anoche y me dejaste con el lago titicaca embrujadísimo- reclamé con enojo fingido.

Soltó otra carcajada.

-Prometo que esta vez si, anoche no quería lastimarte.

-¿Lastimarme? Quería que me cogieras hasta que los vecinos conozcan tu nombre.

-Y yo quería hacerlo, pero los senos se te rellenan cada dos horas.

-Entonces tenemos dos horas...

Dejé a la niña en su silla y caminé hacía él, besé su espalda medio desnuda y lo abracé por detrás, él siguió el juego, volteándome y cargándome para yo poner mis piernas alrededor de sus caderas, me sentó sobre la isla de la cocina mientras que sus manos tocaban la piel debajo de mi camiseta.

-Si esta vez no me haces nada, te cogeré en la calle ¿Entendido?

-A la orden capitana- respondió con una sonrisa sobre mis labios- pero primero...

Me levantó por las piernas y nos metió a mi cuarto.

-Espero Benny llegue pronto, por si la bebé...

-Ojalá no llegue hasta después- interrumpí yo mientras nos sentaba en la cama.

Ambos reímos y se quitó la camiseta, dejó a la vista sus sensuales abdominales.

Me mordí el labio inferior.

-¿Te gusta lo que ves?- preguntó con una sonrisa ladeada, acto seguido se deshizo de mi camiseta, se quedó mirando mis pechos- porque a mi sí...

Cogió mi cintura con desespero y me besó de igual manera mientras jugaba con el elástico de mi short, yo también jugaba con el suyo.

-Selene ¿Eres virgen? ¿Debo ser delicado?- interrumpió los besos para mirarme preocupado.

-¿Yo? ¿Virgen?- lo miré con una indignación fingida- Soy responsable, no puritana.

No dejé que siguiera, solo seguí besándolo mientras ambos reíamos.

Toda la ropa de ambos desapareció entre caricias y besos, en un arranque de preocupación- y medio desnudo- Enrique fue por la silla con la bebé y nos encerró a los tres en la habitación, siguiendo con lo nuestro.

Consideraba que somos unos pervertidos mientras teníamos relaciones cuando la niña dormía a pocos metros de nosotros mientras pecábamos.

-Sólo que hace tiempo no tengo relaciones...- dije yo, medio gimiendo.

Eres tú, mi serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora