Capítulo 3

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Narra Selene


Ver a Enrique parado saludándome desde su balcón me agarró directito en la médula, creo que el simple hecho de tener huesos me mantuvo en pie, de lo contrario ya hubiera estado desmoronada en el piso siendo sólo un montón de músculos.

Tal fue mi asombro, que no me di cuenta de la aparición de Benny desde tras de sus cortinas. Con este último fue diferente, me entró una energía magnífica de pies a cabeza, esa que solo él, mi Benny, siempre me brindaba cada que nos veíamos.

Levanté mi mano libre saludando a mi amigo de la infancia, no a Enrique... a él no, porque con él delante mío casi mojo mi ropa interior... pero de orina.

-Voy a colgar- escuché a Enrique.

Su tono fue un poco parco, se escuchó como un poco ¿Decepcionado quizá?

No tiene motivos para ser así, pero cuando iba a guardar mi celular en el bolsillo trasero de mis shorts me di cuenta, que no tenía puestos mis shorts...

¡Joder!

Instintivamente tapé lo que probablemente ya vieron: Mi ropa interior de encaje rosita, y quizá del tamaño de un calzón de abuela, sólo quizá.

Miré hacia donde estaban mis vecinos pero ya no estaban, seguramente estaban carcajeándose de mi desgracia ya en su departamento, así que pasé nuevamente a mi casa y fui a ponerme algo allí abajo para poder ir a visitarlos.

¡Había tanto que contarnos! Y tanto que compartir, que no veía la hora de poder estrujar a Benny en mis brazos, y bueno, a Enrique también, digamos que él me salvó de muchas cuando era una pre adolescente.

Cogí mis llaves cuando ya estuve completamente vestida y metí el celular en uno de los bolsillos, estaba abriendo la puerta cuando me di cuenta que ambos hermanos estaban parados fuera de ella discutiendo algo en voz baja, ambos giraron y mostraron una sonrisa que noté genuina.

-¡BENNY!

-¡Yo también te extrañé preciosa!

No perdí el tiempo y me envolví como garrapata en su cuerpo, mi metro cincuenta y cuatro ayudaba muchísimo a mi ataque. Benny me recibió con risas y también me estrujó en sus brazos, había puesto mi cabeza en su hombro, el que daba al lado de Enrique... Entonces lo miré sin pudor.

Su camiseta blanca se adhería a un perfecto torso trabajado, sus jeans azules anchos como siempre y esos zapatos estilo militar que le gustaron desde que tengo uso de razón. Miré su rostro, sus ojos, y sentí que algo helado recorría mi cuerpo, él me miraba de una manera que nunca antes había hecho.

Cuando finalmente me bajé del cuerpo de Benny y ya tenía los pies en el  piso, él me dio un beso en la frente.

-¿Puedo usar tu baño? Es que vinimos tan rápido que de la emoción ya no solté la tubería en mi casa, y tam...

-No necesito explicaciones Ben- le corté con una sonrisa- primera puerta de la izquierda en el pasillo.

-Gracias...

El hombre voló sala adentro y yo me quedé sola... con Enrique. 

Lo miré de pies a cabeza y él a mi, deteniendo la suya a la altura de mis labios ¿O era sólo mi imaginación?

¡Ojalá que sea de veritas!

-Hola Luna...

-Enrique...

-Estás mayor.

-Y tú más aún.

Nos miramos unos segundos, sentía que nos hablábamos con la mirada.

Eres tú, mi serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora